Controlar la propia actividad cerebral en las zonas precisas del cerebro puede mejorar aspectos fundamentales de la sensibilidad visual, según concluye un nuevo estudio, publicado en 'Journal of Neuroscience'. Este enfoque no invasivo llamado "neurofeedback" podría algún día ser utilizado para mejorar la función cerebral en pacientes con patrones anormales de actividad, como aquellos con accidente cerebrovascular, según los autores de la investigación.
Científicos del Centro Wellcome Trust de Neuroimagen de la
University College London (UCL) utilizaron imágenes de resonancia
magnética funcional en tiempo real que permitieron a los participantes
en la investigación observar su propia actividad cerebral en una
pantalla, una técnica conocida como "neurofeedback". Durante la fase de
entrenamiento, se les pidió que trataran de aumentar la actividad en el
área del cerebro que procesa la información visual, la corteza visual,
pensando en imágenes y observando cómo respondían sus cerebros.
Tras el entrenamiento, la percepción visual de los participantes
se puso a prueba utilizando una nueva tarea que les obligaba a detectar
cambios muy sutiles en el contraste de una imagen. Cuando se les pidió
repetir esta tarea, los que habían aprendido con éxito a controlar su
actividad cerebral mejoraron su capacidad para detectar incluso los
cambios muy pequeños en el contraste de la imagen.
El autor principal, el doctor Frank Scharnowski, ahora profesor en
la Universidad de Ginebra, explica: "Hemos demostrado que podemos
entrenar a las personas para manipular su actividad cerebral y mejorar
su propia sensibilidad visual, sin cirugía y sin drogas".
En el pasado, los investigadores han utilizado registros de la
actividad eléctrica en el cerebro para formar a las personas para
mejorar en distintas tareas, como disminuir los tiempos de reacción o
mayor destreza musical. La ventaja de la resonancia magnética funcional
usada en este estudio es que se puede ver exactamente en qué parte del
cerebro está teniendo efecto la formación, por lo que se puede enfocar
la formación en áreas concretas del cerebro que son responsables de
tareas específicas.
"El siguiente paso es poner a prueba este método en la práctica
clínica para ver si podemos ofrecer algún beneficio a los pacientes, por
ejemplo, para los pacientes con accidente cerebrovascular que pueden
tener problemas con la percepción, a pesar de que no tengan ningún daño
en su visión", concluye el doctor Scharnowski.
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