PARÍS.- La resistencia bacteriana, un
fenómeno con una expansión inquietante en buena medida por el uso
inadecuado de los antibióticos, podría causar 2,4 millones de muertes en
los países de la OCDE hasta 2050 y costar 3.500 millones de dólares
anuales a sus economías.
Este es el diagnóstico de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que
en un estudio publicado hoy lanza un mensaje de alerta y presenta
medidas para impedir que todo eso suceda con un costo muy bajo pero que
implica un cambio profundo de prácticas médicas e higiénicas.
Los autores del estudio advierten de que, sin esa
estrategia de respuesta, la capacidad de las bacterias para resistir a
los antimicrobianos será un problema cada vez más grave, con elevadas
tasas de mortalidad por esa causa.
En particular en
algunos países del sur de Europa como Italia (18,17 fallecimientos
anuales por 100.000 habitantes), Grecia (14,79), Portugal (11,34) y
Francia (8,61), pero también en Estados Unidos (8,98).
España, con una tasa de 3,95 y unos 1.835 decesos al año, se sitúa en
mitad de la tabla de los 33 Estados analizados, lejos también de los
nórdicos, Holanda, Australia y Canadá, todos con menos de 2.
En el conjunto de la organización, casi una de cada cinco infecciones
es consecuencia de las bacterias resistentes a los antibióticos, algo
que los autores del trabajo culpan a "medio siglo de prescripción
excesiva de estos fármacos".
El nivel de resistencia
de ocho combinaciones de bacterias y antibióticos de alta prioridad ha
pasado en la OCDE del 14 % en 2005 al 17 % en 2015 (del 14,5 al 18,3 %
en España), con una gran brecha entre Turquía, Corea del Sur y Grecia,
que se sitúan en torno al 35 %, y los nórdicos y Holanda, que apenas
superan el 5 %.
Para 2030, las predicciones apuntan a unas tasas un 70 % superiores a las que se daban en 2005.
Todavía más preocupante ha sido y se augura la evolución en países de
ingresos medios y bajos. En Argentina, Brasil y Colombia se ha superado
el 30 % en 2015; en China, Rusia y Rumanía el 40 %, y en India se ha
alcanzado el 57,1 %.
Más allá del riesgo vital, esta
resistencia bacteriana tiene "un impacto importante sobre la calidad de
vida de las personas" que son víctimas, con dos poblaciones
particularmente vulnerables, los niños de hasta 12 meses y los mayores
de 70 años.
Y un costo por las complicaciones
estimado en 3.500 millones de dólares anuales en los países de la OCDE y
en los de la Unión Europea, lo que equivale al 10 % de los gastos en
atención sanitaria por enfermedades transmisibles (2,4 dólares por
cabeza).
Pero esta dinámica se podría atajar
dedicando sólo unos dos dólares por persona para una estrategia en cinco
frentes: el primero, la mejora de la higiene en los centros sanitarios,
entre otras cosas fomentando el lavado de manos.
Los
otros cuatro son promover un uso más racional de los antibióticos para
"poner fin a décadas de prescripción excesiva"; utilizar pruebas de
diagnóstico rápido para determinar si una infección es bacteriana o
vírica; la llamada "prescripción diferida", y campañas de
sensibilización pública.
Gracias a eso se podrían
evitar hasta 1,6 millones de muertes, es decir dos tercios de las
motivadas por esta resistencia, y disminuir en alrededor del 40 % la
carga sanitaria por complicaciones.
En términos
estrictamente financieros, la inversión en estas medidas se podría
amortizar en un solo año y en adelante generaría un ahorro de
aproximadamente 1,5 dólares por cada dólar invertido porque la
prescripción diferida de antibióticos o lavarse las manos es rentable
inmediatamente.
En definitiva, el ahorro anual en la
sanidad de la OCDE sería de 4.800 millones de dólares, superior incluso a
los posibles gastos por la resistencia bacteriana, porque esas medidas
tienen un impacto positivo también sobre otro tipo de enfermedades.
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