Según la investigación, que publica la revista Clinical Infectious Diseases,
los principales factores asociados a un mayor número de casos de
COVID-19 son una baja radiación solar y una alta densidad de población.
Diferentes análisis sugieren que la climatología podría influenciar la
evolución de la pandemia, lo que concordaría con la naturaleza
estacional de ciertos virus de la familia betacoronavirus y con el hecho
de que las variables ambientales, como las altas temperaturas o la alta
humedad, disminuyen la capacidad de propagación de la gripe.
Pero no hay un consenso sobre si el aumento de las temperaturas o la
humedad que se espera en los próximos meses frenará la transmisión de
virus.
Conocer los factores que influyen la diseminación de la COVID-19
podría ayudar a anticipar sus consecuencias y tomar medidas para mitigar
su impacto.
Para hacer su estudio, los investigadores analizaron si las
diferencias en la incidencia de la COVID-19 se pueden asociar a factores
climatológicos o a la densidad de población y correlacionaron los casos
de coronavirus reportados en las primeras semanas de la epidemia en
cada país y región con los datos climatológicos en el mismo periodo de
tiempo.
Los resultados demuestran que la incidencia del COVID-19 es superior
cuanto más baja es la radiación solar y mayor es la densidad de
población.
Aunque la radiación UV no es suficiente por sí sola para frenar la
COVID-19, el efecto protector de la radiación solar era de una magnitud
similar al aumento asociado a la densidad poblacional, y el aumento de
UV que se producirá en las próximas semanas puede ayudar a disminuir su
progresión.
Aún se requieren más
estudios sobre el potencial efecto protector de la radiación solar sobre
la COVID-19 para estudiar el papel de los cambios meteorológicos
estacionales en la propagación de esta enfermedad.
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