Hasta siete de cada diez profesionales de Enfermería suelen administrar las inyecciones intramusculares en el músculo de las nalgas, llamado dorsoglúteo, pese a que existe un mayor riesgo de lesiones del nervio ciático, mientras que sólo un 14 por ciento utiliza el músculo glúteo medio de la cadera, recomendado por las guías de práctica clínica.
Así se desprende de los resultados de un estudio del Centro de Estudios de Enfermería de St. John´s (Canadá) publicados en el último número de la revista ´Journal of Advanced Nursing´, en el que se observa además que está práctica es más común en aquellas enfermeras con más experiencia.
En esta investigación han participado un total de 264 profesionales de entre 30 y 49 años, todas con al menos 10 años de experiencia profesional, a las que se les preguntó por el sitio preferido para administrar este tipo de inyecciones.
Generalmente, la literatura enfermera sugiere que la zona de la cadera es la más adecuada para las inyecciones intramusculares ya que "se encuentra lejos de los nervios, proporciona un mejor acceso al tejido muscular y una mejor absorción de los medicamentos", explica Walsh Lorna, autora de la investigación.
Según reconoce Lorna, cada año se administran unos 12 millones de pinchazos intramusculares en todo el mundo, de ahí que sea necesario extremar la seguridad para una correcta aplicación de estas inyecciones, ya que entre las complicaciones más frecuentes están los traumatismos cutáneos, la fibrosis muscular, contracturas o parálisis nerviosa.
Pese a ello, y a que tres cuartas partes de las enfermeras participantes en el estudio reconocieron estar al tanto de los posibles daños que pueden ocasionar estas inyecciones en la nalga, hasta un 71 por ciento de estas profesionales prefieren esta zona, frente a la cadera (14%), la parte superior del brazo (7%) y el muslo (7%).
Sólo el 15 por ciento de estas enfermeras basaron su elección en las recomendaciones de las guías de práctica clínica, mientras que hasta el 85 por ciento reconocía optar por una zona u otra en función de la comodidad (85%).
La complicación más frecuente notificada por estas enfermeras fueron molestias tras la inyección --con porcentajes similares con independencia del lugar elegido--, seguida de una lesión en el nervio.
En este sentido, la relación entre la selección del sitio y el conocimiento de la lesión del nervio potencial fue significativa. El 74 por ciento de las enfermeras que utilizan habitualmente la nalga reconoció la posibilidad de lesiones nerviosas, frente al 30 por ciento en aquellas que utilizaban la cadera.
Además, la selección del sitio varió significativamente con la edad, ya que el 67 por ciento de las enfermeras de 20 a 24 años utiliza la cadera, un porcentaje que iba descendiendo progresivamente hasta que, en el caso de las enfermeras de más de 50 años, apenas era seleccionado por el 8 por ciento.
"Nuestra investigación muestra claramente que la mayoría de las enfermeras no están utilizando el sitio recomendado, aunque se necesitan más investigaciones para averiguar por qué", dice la coautora del estudio Kathleen Brophy, ya que "la mayoría de las enfermeras son conscientes del daño que pueden ocasionar pero, aún así, usan esta zona".
En esta investigación han participado un total de 264 profesionales de entre 30 y 49 años, todas con al menos 10 años de experiencia profesional, a las que se les preguntó por el sitio preferido para administrar este tipo de inyecciones.
Generalmente, la literatura enfermera sugiere que la zona de la cadera es la más adecuada para las inyecciones intramusculares ya que "se encuentra lejos de los nervios, proporciona un mejor acceso al tejido muscular y una mejor absorción de los medicamentos", explica Walsh Lorna, autora de la investigación.
Según reconoce Lorna, cada año se administran unos 12 millones de pinchazos intramusculares en todo el mundo, de ahí que sea necesario extremar la seguridad para una correcta aplicación de estas inyecciones, ya que entre las complicaciones más frecuentes están los traumatismos cutáneos, la fibrosis muscular, contracturas o parálisis nerviosa.
Pese a ello, y a que tres cuartas partes de las enfermeras participantes en el estudio reconocieron estar al tanto de los posibles daños que pueden ocasionar estas inyecciones en la nalga, hasta un 71 por ciento de estas profesionales prefieren esta zona, frente a la cadera (14%), la parte superior del brazo (7%) y el muslo (7%).
Sólo el 15 por ciento de estas enfermeras basaron su elección en las recomendaciones de las guías de práctica clínica, mientras que hasta el 85 por ciento reconocía optar por una zona u otra en función de la comodidad (85%).
La complicación más frecuente notificada por estas enfermeras fueron molestias tras la inyección --con porcentajes similares con independencia del lugar elegido--, seguida de una lesión en el nervio.
En este sentido, la relación entre la selección del sitio y el conocimiento de la lesión del nervio potencial fue significativa. El 74 por ciento de las enfermeras que utilizan habitualmente la nalga reconoció la posibilidad de lesiones nerviosas, frente al 30 por ciento en aquellas que utilizaban la cadera.
Además, la selección del sitio varió significativamente con la edad, ya que el 67 por ciento de las enfermeras de 20 a 24 años utiliza la cadera, un porcentaje que iba descendiendo progresivamente hasta que, en el caso de las enfermeras de más de 50 años, apenas era seleccionado por el 8 por ciento.
"Nuestra investigación muestra claramente que la mayoría de las enfermeras no están utilizando el sitio recomendado, aunque se necesitan más investigaciones para averiguar por qué", dice la coautora del estudio Kathleen Brophy, ya que "la mayoría de las enfermeras son conscientes del daño que pueden ocasionar pero, aún así, usan esta zona".
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