miércoles, 1 de junio de 2011

El estrés no aumenta el riesgo de esclerosis múltiple

Vivir en un ambiente hogareño o laboral estresante no aumentaría el riesgo de desarrollar esclerosis múltiple (EM), según indicó un nuevo estudio.

Investigaciones previas habían sugerido que en las personas con esa enfermedad crónica, que afecta el cerebro y la médula espinal, las experiencias estresantes podían agravar los brotes.
Pero, aun tras estudiar a más de 150.000 mujeres, un equipo no logró comprobar esa conexión, en parte porque no pudieron registrar todas las experiencias estresantes ni su impacto en el sistema de defensa del organismo.
"Estos resultados no respaldan la idea de que el estrés tiene un papel importante en la aparición de la enfermedad, y se necesitan mediciones reiteradas y más precisas para excluirlo finalmente de los factores de riesgo potenciales de la EM", escribe el equipo en la revista Neurology.
La Sociedad Nacional de Esclerosis Múltiple estima que unos 400.000 estadounidenses tienen EM, una enfermedad sin cura y que aparece cuando el recubrimiento protector de las fibras nerviosas comienza a romperse. Esto retrasa la comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo.
El equipo del doctor Alberto Ascherio, de la Escuela de Medicina de Harvard, analizó datos de dos estudios nacionales sobre enfermeras. Uno había comenzado en 1976 y el otro, en 1989; las participantes respondieron regularmente sobre toda enfermedad que se les diagnosticaba, incluida la EM.
El primer grupo, de unas 93.000 enfermeras, respondió también sobre el nivel de estrés en el hogar y el trabajo a los seis años del estudio. El segundo grupo, de unas 68.500 enfermeras, respondió sobre el abuso físico y sexual durante la niñez y la adolescencia, otra causa posible de estrés.
Entre el 2004 y el 2005, a 77 mujeres del primer grupo y a 292 del segundo se les diagnosticó EM e informaron sobre los niveles de estrés. La diferencia se debió a que el segundo grupo incluía mujeres con EM diagnosticada antes del inicio del estudio y, además, más jóvenes que en el primero. La EM suele diagnosticarse entre los 20 y 40 años.
El nivel de estrés en el hogar y el sitio de trabajo no estuvo asociado con la probabilidad de tener EM: el 44 por ciento de todas las participantes respondió que había padecido estrés moderado en el trabajo, comparado con el 39 por ciento de las mujeres con EM.
Las cifras fueron similares para el estrés moderado en el hogar.
El 11 por ciento de todas las participantes había padecido estrés grave; en especial, el 5 por ciento del grupo con EM. Haber sido víctima de abuso físico no elevó el riesgo de tener EM.
Los autores observaron un aumento leve de la EM en las mujeres víctimas de abuso sexual en la niñez, pero aclaran que esto es difícil de interpretar, en especial porque aquellas que habían sido manoseadas una vez tenían un menor riesgo de desarrollar EM.
Una limitación del estudio es que sólo analizó a enfermeras, de modo que los resultados no son aplicables a los hombres. Además, el estudio indagó sólo sobre el estrés en un período específico.

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