La atención multidisciplinar e inmediata de la persona que sufre una amputación, especialmente en lo emocional, es la principal conclusión del estudio pionero realizado en España, que analiza las causas del síndrome del dolor "fantasma", esa sensación de dolor en el miembro perdido.
"Cuando se pierde un miembro eso tiene una representación cerebral" y si no se rehabilita correctamente la parte emocional con psicólogos, terapeutas y médicos, el dolor se extiende a otras partes del cerebro, ha explicado hoy a Efe la responsable de este estudio, la doctora en fisioterapia de la Universidad del Estado de Santa Catarina, en Brasil, Soraia Cristina Tonon da Luz.
El estudio, realizado por un grupo de investigadores de España y Brasil, dirigido por la doctora, una de las expertas mundiales en esta materia, y promovido por la Asociación Nacional de Amputados de España (ANDADE), fue realizado en 2011 en Sevilla, Santiago de Compostela y Valladolid a 52 amputados, con y sin dolor fantasma.
Se trata de que el dolor, alojado inicialmente en "la corteza cerebral" no se extienda a otras regiones cerebrales, lo que requiere de una "intervención multidisciplinar, con una recuperación integral del paciente amputado", que comience desde la primera etapa hospitalaria y que "actualmente no existe", según Tonon da Luz.
En los casos en los que la rehabilitación tras la amputación "no fue muy buena", con "problemas con las prótesis" y "tratamientos no muy bien resueltos" en la parte afectiva, con depresiones o ansiedad posteriores, el "dolor del miembro perdido es mayor y persistente".
Sobre los tratamientos, y de acuerdo a los participantes en el estudio, se concluye que "no hay un tratamiento protocolizado porque tampoco existen equipos multidisciplinares en el medio hospitalario tanto para prevenir como para tratar el dolor fantasma", y la mayoría de los pacientes no habían tenido un tratamiento específico, ni conocían un tratamiento efectivo ni como afrontar el dolor.
La doctora ha planteado una "rehabilitación plena del paciente", con psicólogos, fisioterapeutas y control analgésico, con un apoyo afectivo de la familia y de los profesionales, con una "recuperación muy específica tras la amputación, y que comience muy temprano".
Tonon da Luz ha detallado que no se han apreciado diferencias de temperatura en el muñón de los que sienten el dolor fantasma y los que no, ni tampoco por la frecuencia cardiaca, y como principales factores desencadenantes de ese dolor los afectados han referido el estrés emocional y físico y los cambios bruscos de temperatura.
El estudio, patrocinado por la Fundación Mapfre y con colaboración de las universidades de Pablo de Olavide de Sevilla (sur de España) y del Estado de Santa Catarina de Brasil, ha constatado que las repercusiones sociales "son profundas", ya que los amputados con este dolor fantasma -que puede afectar hasta el 85 por ciento- tienen baja calidad de vida, incapacidad física y emocional, ansiedad, estados de depresión y pensamientos negativos.
Los amputados, según ha constatado la investigación, consumen una amplia gama de medicamentos aunque se observó que esa medicación continua "no ha sido efectiva "para frenar el umbral máximo del dolor", y se requiere un "tratamiento multidisciplinar", ha referido la doctora.
Para quien ya sufre este dolor, Tonon da Luz ha explicado que se puede hacer una regresión desde el proceso de la amputación, dando a la persona formas para tratar ese dolor, para que pueda reaccionar si se prevén factores que pueden desencadenarlo, como cambios de temperatura o ansiedad.
Pueden ser desde métodos de relajamiento, hasta técnicas o grupos de apoyo, ha planteado la especialista.
Los testimonios referidos por parte de algunos de los voluntarios que participaron en Valladolid narraron como tras perder las piernas sentía calambres y descargas eléctricas, especialmente cuando cambiaba el tiempo, mientras que otro refirió el dolor localizado en el extremo de su pierna amputada, que era como si le estuvieran mordiendo perros.
"Cuando se pierde un miembro eso tiene una representación cerebral" y si no se rehabilita correctamente la parte emocional con psicólogos, terapeutas y médicos, el dolor se extiende a otras partes del cerebro, ha explicado hoy a Efe la responsable de este estudio, la doctora en fisioterapia de la Universidad del Estado de Santa Catarina, en Brasil, Soraia Cristina Tonon da Luz.
El estudio, realizado por un grupo de investigadores de España y Brasil, dirigido por la doctora, una de las expertas mundiales en esta materia, y promovido por la Asociación Nacional de Amputados de España (ANDADE), fue realizado en 2011 en Sevilla, Santiago de Compostela y Valladolid a 52 amputados, con y sin dolor fantasma.
Se trata de que el dolor, alojado inicialmente en "la corteza cerebral" no se extienda a otras regiones cerebrales, lo que requiere de una "intervención multidisciplinar, con una recuperación integral del paciente amputado", que comience desde la primera etapa hospitalaria y que "actualmente no existe", según Tonon da Luz.
En los casos en los que la rehabilitación tras la amputación "no fue muy buena", con "problemas con las prótesis" y "tratamientos no muy bien resueltos" en la parte afectiva, con depresiones o ansiedad posteriores, el "dolor del miembro perdido es mayor y persistente".
Sobre los tratamientos, y de acuerdo a los participantes en el estudio, se concluye que "no hay un tratamiento protocolizado porque tampoco existen equipos multidisciplinares en el medio hospitalario tanto para prevenir como para tratar el dolor fantasma", y la mayoría de los pacientes no habían tenido un tratamiento específico, ni conocían un tratamiento efectivo ni como afrontar el dolor.
La doctora ha planteado una "rehabilitación plena del paciente", con psicólogos, fisioterapeutas y control analgésico, con un apoyo afectivo de la familia y de los profesionales, con una "recuperación muy específica tras la amputación, y que comience muy temprano".
Tonon da Luz ha detallado que no se han apreciado diferencias de temperatura en el muñón de los que sienten el dolor fantasma y los que no, ni tampoco por la frecuencia cardiaca, y como principales factores desencadenantes de ese dolor los afectados han referido el estrés emocional y físico y los cambios bruscos de temperatura.
El estudio, patrocinado por la Fundación Mapfre y con colaboración de las universidades de Pablo de Olavide de Sevilla (sur de España) y del Estado de Santa Catarina de Brasil, ha constatado que las repercusiones sociales "son profundas", ya que los amputados con este dolor fantasma -que puede afectar hasta el 85 por ciento- tienen baja calidad de vida, incapacidad física y emocional, ansiedad, estados de depresión y pensamientos negativos.
Los amputados, según ha constatado la investigación, consumen una amplia gama de medicamentos aunque se observó que esa medicación continua "no ha sido efectiva "para frenar el umbral máximo del dolor", y se requiere un "tratamiento multidisciplinar", ha referido la doctora.
Para quien ya sufre este dolor, Tonon da Luz ha explicado que se puede hacer una regresión desde el proceso de la amputación, dando a la persona formas para tratar ese dolor, para que pueda reaccionar si se prevén factores que pueden desencadenarlo, como cambios de temperatura o ansiedad.
Pueden ser desde métodos de relajamiento, hasta técnicas o grupos de apoyo, ha planteado la especialista.
Los testimonios referidos por parte de algunos de los voluntarios que participaron en Valladolid narraron como tras perder las piernas sentía calambres y descargas eléctricas, especialmente cuando cambiaba el tiempo, mientras que otro refirió el dolor localizado en el extremo de su pierna amputada, que era como si le estuvieran mordiendo perros.
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