En los últimos años están aumentado en España los casos de autismo, un trastorno que afecta a las habilidades comunicativas de quienes lo padecen y que se detecta en los primeros años de vida, aunque no tan pronto como se debiera. De hecho, el diagnóstico suele retrasarse entre uno y hasta cuatro años según cada caso.
Así lo ha asegurado la coordinadora del Programa para la Atención Médica Integral de los pacientes con Trastorno del Espectro Autista (AMI-TEA) del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, Mara Perallada, con motivo del Día Mundial de Concienciación del Autismo que se celebra este martes, 2 de abril.
Un reciente estudio publicado en Estados Unidos ha revelado que el número de nuevos casos de niños con trastorno del espectro autista había aumentado un 78 por ciento en los últimos años.
Para esta experta, según ha reconocido, este incremento es "exagerado" y no se puede extrapolar a España, donde lamenta no obstante la falta de estudios epidemiológicos que permitan contabilizar el número de afectados.
Sin embargo, la doctora Perallada reconoce que en los últimos años "están aumentando mucho las consultas y el número de personas atendidas" que "tardan en diagnosticarse más de lo que se debería".
"Existe un retraso importante", ha admitido, precisando que aunque el diagnóstico debe hacerse antes de los dos años de vida, "lo habitual es tardar más de un año en los casos más graves, y entre tres y cuatro en quienes presentan "síntomas de menor nivel".
Esto se debe, en parte, a que "no hay suficientes unidades específicas ni servicios preparados para este correcto diagnóstico", y el principal problema que acarrea es que "se comienza demasiado tarde a trabajar con ellos" y condiciona su pronóstico.
En muchos casos, como explica esta experta, "no se inicia el tratamiento hasta que no hay un diagnóstico cerrado" cuando, a su juicio, "lo primero que hay que hacer en caso de detectar algún síntoma es intervenir".
"Y luego ya cerraremos el diagnóstico", asevera Perallada.
Los primeros síntomas que pueden alertar de la presencia de un trastorno de espectro autista durante el primer año de vida son la falta de balbuceo o gestos como saludar con la mano o señalar para pedir alguna cosa, o no responder cuando se le llama.
Asimismo, entre los 18 y 24 meses de vida se debe estar atento si no dice palabras sencillas, ni frases de dos o más palabras de forma espontánea, si presenta dificultades para mantener el contacto ocular cuando se le habla y no sigue objetos con la mirada.
La doctora Perallada ha reconocido que estas personas vivirán con su trastorno "de por vida" pero, en caso de llevar a cabo "una intervención intensiva y lo más temprana posible", se pueden mejorar mucho sus habilidades comunicativas.
"La mayoría van a ser dependientes, pero un porcentaje de pacientes llegará incluso a trabajar", ha asegurado.
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