El intestino humano se encuentra colonizado
por más de 100 billones de bacterias beneficiosas, de muchas especies
diferentes. En las personas sanas, estas bacterias se limitan a los
tejidos intestinales, y tienen una serie de propiedades útiles, como
ayudar en la digestión de los alimentos y promover un sistema
inmunológico saludable. Sin embargo, cuando se trata de las bacterias
comensales, su ubicación es clave.
Mientras que las bacterias comensales en el intestino proporcionan
efectos positivos, varias enfermedades crónicas humanas -como el VIH,
la enfermedad inflamatoria intestinal, la hepatitis viral, y la
obesidad- están asociadas con la propagación de estas bacterias
comensales intestinales en corriente de la sangre, y otros tejidos
periféricos, lo cual puede causar inflamación crónica. Estos hallazgos
han sido publicados en la revista 'Science'.
En trabajos anteriores, investigadores de la Escuela de Medicina
de Perelman, en la Universidad de Pensilvania, observaron que las
superficies de barrera -la piel, el intestino y el pulmón- están
protegidas por células inmunitarias, y limitan la exposición del
interior del cuerpo a los virus, bacterias y parásitos, así como a los
alérgenos y contaminantes. Sin embargo, la manera en que las células
inmunes limitan la ubicación de las bacterias comensales a la barrera
intestinal, aun no estaba está clara.
Ahora, el doctor David Artis, profesor de Microbiología, y el
doctor Gregory F. Sonnenberg, investigador postdoctoral en el
laboratorio de Artis, han identificado que las células inmunes, llamadas
células linfoides innatas, residen en los tejidos intestinales de los
seres humanos, los primates no-humanos y los ratones sanos, y que son
fundamentales en la limitación de la ubicación de las bacterias
comensales.
Si las células linfoides innatas se agotan en los ratones, las
bacterias comensales pasan a los tejidos periféricos, y promueven la
inflamación. Cabe destacar que las bacterias comensales encontradas en
los tejidos periféricos son miembros de un grupo llamado Alcaligenes, lo
que indica que el sistema inmune puede haber desarrollado vías
altamente selectivas para regular la contención de los diferentes grupos
de bacterias comensales.
"Los investigadores se han preguntado durante muchos años cómo ha
evolucionado el cuerpo humano para adaptarse a todas estas bacterias
comensales, y mantenerlas en sus posiciones correctas", explica Artis,
quien añade que "según nuestros estudios, el cuerpo tiene muchas formas
diferentes de limitar la propagación de bacterias comensales, y estas
vías pueden ser adaptadas a tipos específicos de bacterias".
Según los experimentos en modelos animales, la respuesta
inmunitaria específica de las Alcaligenes se ha asociado a pacientes con
enfermedad de Crohn, o con hepatitis progresiva por el virus C, dos
enfermedades debilitantes vinculadas a la propagación de las bacterias
comensales en los tejidos sistémicos.
"La propagación de Alcaligenes a los tejidos fuera del intestino
puede contribuir a la inflamación crónica y la progresión de la
enfermedad", sugiere Sonnenberg. Las células inmunes pueden verse
afectadas en ciertas enfermedades humanas crónicas, lo que resulta en la
propagación de bacterias y en inflamación patológica.
"Aunque todavía es pronto para esta línea de investigación, estos
hallazgos sugieren que identificar las células linfoides, o ciertos
grupos específicos de bacterias comensales, puede ser útil en el
tratamiento de algunas enfermedades inflamatorias crónicas", concluye
Artis.
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