El portavoz del Colegio Oficial de Psicólogos
de la Región de Murcia, Eladio Rosique, ha señalado que la Navidad tiene
como característica fundamental que es una fiesta que se pasa en
familia, por lo que los problemas que más acuden a la consulta del
psicólogo en esta época son los problemas que atañen a la pérdida de
miembros del núcleo familiar, por muerte o separación.
Y es que, en estas fechas, se echa más de menos a los seres
queridos que han desaparecido, mientras que los dramas de las rupturas
de pareja y las separaciones "se hacen todavía más patentes". "Es la
época de pensar qué gente quieres tener alrededor tuyo, con quien te
apetece comer o cenar, y la gente que echas de menos es lo más
llamativo", afirma este psicólogo clínico.
Por ejemplo, ha explicado que las consultas de psicólogos atienden
actualmente un tipo de problema que se denomina técnicamente
'reacciones de aniversario', y que consisten en reacciones de depresión
que presentan aquellos pacientes que han perdido algún ser querido y lo
echan de menos más todavía en fechas llamativas, como en Nochebuena,
Nochevieja o los cumpleaños.
Rosique puntualiza que el hecho de sufrir porque se ha perdido a
alguien "no siempre es una depresión". Por ello, insta a distinguir
entre el sufrimiento "normal" por la pérdida de un ser querido y la
depresión, que se produce cuando, a pesar del tiempo, no se puede
superar esa tristeza.
Para evaluar que no se ha podido superar esa tristeza y que el
paciente está deprimido, los psicólogos emplean un criterio temporal que
oscila entre seis meses o un año. De todas formas, no existe un límite
fijo para todas las personas, sino que se trata de un periodo flexible
en función de la relación que se tenga con la persona desaparecida.
"No es lo mismo perder a un hijo que perder a un hermano", asegura
Rosique, quien subraya que el hecho de perder a un hijo es "más
doloroso y los duelos son más largos, por lo que los criterios
temporales para evaluar la depresión se alargan más".
En este sentido, matiza que lo que más trabajo cuesta superar es
la pérdida de alguien que pensamos que no debería de haber fallecido,
como niños o personas que mueren en accidentes. En cambio, el
fallecimiento de una persona de 90 años es más fácil de asumir como
normal, porque se entiende que ha cerrado su ciclo, y puede estar
superada "en seis meses o antes".
Además de los criterios de duración del duelo, los psicólogos
también emplean un criterio sobre el tipo de duelo. Por ejemplo, explica
que hay personas que notan "una capacidad absoluta de no poder trabajar
y no poder normalizar sus vidas". En estos casos en los que el duelo es
"demasiado intenso" es cuando se habla de un duelo "complicado o
patológico" que precisan "ayuda terapéutica", añade.
Incluso, los psicólogos tienen en cuenta la rareza del duelo. Por
ejemplo, Rosique explica que los niños no manifiestan a veces las
pérdidas de seres queridos con tristeza, sino que se expresan "con
irritabilidad o agresividad". En estos casos se habla de duelos "con
trastorno o alteración del comportamiento".
Este psicólogo clínico remarca que hay otra forma de afrontar la
pérdida de un ser querido que también es "negativa", y consiste en la
negación del duelo, es decir, comportarse como si no se hubiera perdido
al ser querido, y no presentar dolor".
Esta negación del duelo también es un proceso patológico que puede
recibir tratamiento psicológico. "Normalmente uno se siente raro de no
sentir nada después de haber perdido a alguien a quien sabes que quieres
mucho", afirma Rosique.
Así, matiza que este tipo de reacción contraria o de "defensa" se
da cuando una persona se siente incapaz de enfrentarse al dolor tan
grande que supone una pérdida. "Es como si tu cerebro te dijera que no
estás preparado para digerir el duelo, por lo que es mejor negar que
existe el problema", subraya.
En este sentido, explica que los duelos tienen normalmente un
proceso, y cuentan con su momento de dolor, de rabia y de asumir la
pérdida. "En teoría, el duelo te tiene que permitir con el paso del
tiempo normalizar la vida y el estado de ánimo del afectado, aunque
siempre eches de menos al ser querido", puntualiza.
"Un duelo no significa vivir como si la persona no hubiera
existido, sino vivir queriendo de otra manera a esa persona", explica
este psicólogo clínico.
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