El premio Nobel James D. Watson ha publicado
un artículo en 'Open Biology' sobre lo que denomina su "trabajo más
importante desde la doble hélice", en referencia a una nueva hipótesis
acerca del papel de los oxidantes y antioxidantes en los cánceres que
son actualmente incurables, sobre todo en la última etapa de los
metastásicos. En el núcleo de su tesis está el grupo de moléculas que
los científicos denominan especies reactivas del oxígeno o ROS, en sus
siglas en inglés.
Watson llama a ROS "una fuerza positiva para toda la vida", debido
a su papel en la apoptosis, un programa interno que las células
utilizan para suicidarse. Es uno de los mecanismos clave que han surgido
a través de millones de años de evolución para descartar esta
disfunción biológica, que representa una amenaza para la supervivencia
de los organismos.
Por otro lado, ROS también son conocidas por "su capacidad para
dañar irreversiblemente proteínas clave y las moléculas de ácido
nucleico [por ejemplo, ADN y ARN]", destaca este investigador. En
circunstancias normales, ROS son constantemente neutralizadas por
anticuerpos antioxidantes de proteínas.
A menudo se nos insta a comer alimentos ricos en antioxidantes
como los arándanos, pero si la hipótesis de Watson sobre el papel de los
ROS y los antioxidantes en la última etapa del cáncer es correcta, como
él mismo escribe, "es mejor que se coman arándanos por su buen sabor,
no porque su consumo conduzca a reducir el cáncer". El papel central de
Watson es entender por qué los antioxidantes pueden promover la
progresión del cáncer en la última etapa.
Este experto propone que la capacidad de destrucción celular se
utiliza actualmente en las terapias contra el cáncer, agentes
quimioterapéuticos tóxicos tales como Taxol, así como el tratamiento de
radiación, principalmente por la acción de ROS para inducir la apoptosis
o muerte celular programada. Esto podría explicar "por qué los cánceres
que se vuelven resistentes a control quimioterapéutico se convierten
igualmente resistentes a la radioterapia" por una característica común:
su dependencia de una ROS mediada por mecanismo de destrucción celular.
Watson, que es rector emérito del Laboratorio Cold Spring Harbor,
tomó el caso de las células de cáncer debidas en gran parte a proteínas
mutantes tales como RAS y MYC, de las que señala que a menudo son las
más difíciles de conseguir que respondan al tratamiento, según sugiere,
debido a sus altos niveles de ROS que destruyen antioxidantes.
Así, cita una investigación reciente que muestra la regulación de
un factor de transcripción del gen Nrf2, llamado cuando las células
proliferan, así como cuando oncogenes como RAS, MYC y RAF están activos.
Nrf2 controla la síntesis de antioxidantes y, tal y como escribe
Watson, "esto tiene sentido porque queremos que los antioxidantes
presentes cuando las funciones del ADN hagan más de sí mismos".
Tras pedir "un calendario mucho más rápido para el desarrollo de
drogas anti-metastásicas", el premio Nobel quiere que aquellos que lean
su nuevo artículo consideren una propuesta que cree extremadamente poco
explorada: "A menos que podamos encontrar la manera de reducir los
niveles de antioxidantes, la última etapa del cáncer de unos diez años a
partir de ahora será tan incurable como lo es hoy".
"Aunque la mortalidad de muchos tipos de cáncer ha ido
disminuyendo, sobre todo los de la sangre [es decir, las leucemias], la
estadística más importante puede ser que los cánceres epiteliales
(carcinomas) y todos los tipos de cáncer mesenquimal (sarcomas) siguen
siendo en gran medida incurables", afirma este científico.
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