WASHINGTON.- Científicos
estadounidenses son responsables de un avance médico que podría
evitar el 90% de las muertes de los enfermos de cáncer: las células
cancerosas pueden ser destruidas en el torrente sanguíneo,
impidiendo que lleguen a los órganos sanos.
Actualmente la cirugía y la radioterapia son
efectivas en el tratamiento de los tumores en las primeras etapas de
la enfermedad, pero a menudo es difícil de detectar el cáncer
secundario en otras partes del cuerpo, hasta que es demasiado tarde
para un tratamiento.
Los investigadores de la Universidad de Cornell, EE.UU.,
han descubierto que la inyección de proteínas en la sangre atrae
y mata las células cancerosas antes de que puedan propagarse de los
tumores primarios a órganos sanos, informa
'The
Telegraph'.
El principio del nuevo método, descrito en el
estudio publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy
of Sciences', es unir proteínas que matan el cáncer con los glóbulos
blancos de la sangre que viajan a través del torrente
sanguíneo. Cuando una célula cancerosa entra en contacto con
proteínas adhesivas, que es casi inevitable en el flujo frenético de
la sangre, esto supone su eliminación.
"Alrededor del 90% de las muertes por cáncer están relacionadas con la metástasis, pero ahora hemos encontrado una manera de enviar un ejército de asesinos de glóbulos blancos que causan apoptosis (la propia muerte de las células cancerosas), borrándolas del torrente sanguíneo", explica el ingeniero biomédico de la Universidad de Cornell, Michael King. "Rodeados de estos chicos, es casi imposible que las células cancerosas escapen", aseguró. El científico ha especificado que el mecanismo es sorprendente e inesperado, ya que ha demostrado que la inyección de glóbulos blancos en la sangre es más eficaz que inyectar directamente en las células cancerosas liposomas o proteína soluble.
Los investigadores han estimado que el nuevo tratamiento mata con éxito a las células cancerosas en el 60% de los casos. Por ahora la investigación se ha realizado en sangre humana en el laboratorio y en ratones vivos, pero no en pacientes.
"Se necesita mucha más investigación para ver si la técnica podría realmente detener la propagación del cáncer en los seres humanos", admitió King.
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