LAS PALMAS DE GRAN CANARIA.- La dieta mediterránea no solo puede presumir de ganar
cada vez más adeptos por sus múltiples beneficios para la salud o de
haber sido reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la
Unesco, sino que ahora un estudio ha demostrado que también es más sana
para el planeta.
La revista "Enviromental health"
("Salud ambiental") publica en su última edición un estudio de cuatro
investigadores de las universidades de Las Palmas de Gran Canaria,
Barcelona y Oberta de Catalunya en el que se compara el impacto sobre el
medio ambiente de la dieta mediterránea con el de la dieta media que
hoy siguen los españoles y con el modelo alimentario típico de los
Estados Unidos.
El estudio, en el que también
participa la Fundación Dieta Mediterránea, parte de la premisa de que la
producción de alimentos es uno de los factores que más presión
ambiental ejerce sobre el planeta, en parámetros como emisión de gases
de efecto invernadero, contaminación, consumo de agua y energía o
ocupación de tierras.
Todos esos factores, subrayan
los autores del trabajo, pueden medirse, lo que proporciona un primer
resultado: las dietas basadas en productos animales son más intensivas
en consumo de tierra y energía que aquellas otras en las que priman los
vegetales.
Sin embargo, cada vez más países donde la
dieta mediterránea fue durante años la base de su alimentación están
cambiando sus patrones de consumo, debido a la extensión de la dieta
llamada occidental, cuyo principal referente es EEUU, y a la
globalización de modelos de comportamiento, reconocen los responsables
de este artículo.
Su trabajo toma como referencia la
dieta media de los españoles para analizar cuál sería el impacto sobre
el medio ambiente de estas dos alternativas: que recuperaran la dieta
mediterránea tradicional o que adoptaran el modelo alimentario que
predomina en Norteamérica.
Su conclusión es que, si
el consumo alimenticio de España volviera a los patrones de la dieta
mediterránea, las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a
la producción de alimentos bajarían un 72 %, el uso de tierras agrícolas
se reduciría un 58 %, el consumo de energía disminuiría un 52 % y el de
agua un 33 %.
En cambio, si los españoles copiaran
los hábitos de consumo alimentario de EEUU, todos los factores de
impacto ambiental analizados crecerían entre un 12 % y un 72 %.
El
estudio concluye, asimismo, que los alimentos que más consumo de
energía implican son los lácteos y la carne, en la dieta estadounidense;
el pescado, en la española actual; y los vegetales, en la mediterránea.
En
el caso del agua, los mayores consumidores de este recurso dentro de la
producción de alimentos son, de nuevo, los lácteos, seguido de los
aceites vegetales y la carne.
En cuanto a emisiones
de gases de efecto invernadero, el primer lugar lo ocupa la carne, muy
por delante de los lácteos y del pescado.
De hecho,
este grupo de investigadores sostiene que la dieta estadounidense
produce seis veces más gases de efecto invernadero que la mediterránea y
el doble que la vigente a día de hoy en España.
Los
autores de este trabajo son el catedrático de Nutrición de la
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Lluis Serra Najem y los
investigadores Sara Sáez Almendros (Universitat Oberta), Biel Obrador
(Universidad de Barcelona) y Anna Bach-Faig (Fundación Dieta
Mediterránea).
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