MADRID.- Llegan los meses de invierno y con ellos los virus que provocan tos, mocos y fiebre en los niños. Hacemos un repaso del uso y abuso de los medicamentos más utilizados por los padres y prescritos por los pediatras.
Como regla general los medicamentos más empleados por los padres suelen dirigirse a aliviar los síntomas del niño. Antitérmicos, analgésicos, antitusivos y mucolíticos
son los más utilizados y forman parte del botiquín que los padres
mantienen en casa. En la mayoría de los casos estos medicamentos
proceden de una prescripción médica anterior.
Según explica Roi Piñeiro, miembro del Comité de Medicamentos de la Asociación Española de Pediatría, los antitérmicos
como el paracetamol o el ibuprofeno se consideran eficaces si
disminuyen en un grado o grado y medio la fiebre del niño. Piñeiro
señala que es necesario erradicar el miedo a la fiebre que sufren muchos
padres ya que no deja de ser un mecanismo de defensa del organismo ante
los agentes infecciosos y que si no se deja actuar amplía el periodo de
enfermedad. La fiebre actúa elevando la temperatura corporal, lo que
dificulta la multiplicación de los virus en el organismo.
En el caso de los jarabes mucolíticos, Piñeiro
señala que su eficacia es muy baja y que no son más eficaces que el agua
o los lavados con agua salina. En cuanto a los antitusivos, los
medicamentos que se dirigen a mejorar la tos, explica que pueden ser
contraproducentes.
La tos es un mecanismo de defensa que ayuda a
liberar los mocos del árbol bronquial y si se detiene su acción la
enfermedad puede agravarse. Estos fármacos poseen además en algunos
casos efectos sedantes entre los pequeños, que pueden empeorar también
el estado de decaimiento habitual durante la enfermedad.
Los procesos catarrales más comunes son los que se dan en las vías respiratorias altas,
sobre todo en la cavidad nasal, pero en ocasiones la infección se
traslada a las vías respiratorias bajas, en la mayoría de los casos a
los bronquios. Existe la creencia de que se puede impedir con
medicamentos que el resfriado 'baje' a los bronquios y de lugar a la
bronquitis, cuando en realidad lo que se tratan son los síntomas del
curso normal de la enfermedad, que por sus características puede ser más
o menos agresiva.
Las bronquitis suelen dar lugar a dificultades respiratorias en
los niños para lo que es habitual el uso de medicamentos
broncodilatadores. El más utilizado es el salbutamol, el principio
activo de la marca más conocida entre ellos, el Ventolin.
Entre los más pequeños estos medicamentos se administran a través de máscaras de inhalación.
Roi Piñeiro indica que el salbutamol sólo debe administrarse si existe
una dificultad respiratoria que se aprecia en signos como las costillas
marcadas, una respiración rápida o sibilancias, el sonido que hace el
aire al pasar por los bronquios cerrados.
Los medicamentos broncodilatadores como el salbutamol comienzan a
funcionar unos 20 minutos después de la administración y facilitan la
respiración durante unas 4 a 6 horas. Controlan los síntomas pero no
curan. Sus efectos secundarios incluyen una aceleración del ritmo
cardiaco de los más pequeños, lo que los vuelve más excitables y acelera
todas sus actividades.
Aunque Piñeiro señala que existe una pobre cultura del medicamento en España,
tanto entre los padres como entre los médicos, en términos generales
explica que rara vez se produce un mal uso de un medicamento ya sea por
parte de los progenitores o por la equivocación en la prescripción
facultativa de una dosis. Es muy común aún que la aparición de un nuevo
medicamento en el ya de por sí abultado botiquín familiar proceda de una
conversación con los vecinos o con los padres de compañeros de clase.
El experto sí alerta sin embargo sobre un avance preocupante de
los medicamentos homeopáticos, cuyos efectos no están demostrados
científicamente e incluso en muchos casos no pasan por los controles de
calidad mínimos para salir al mercado.
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