BOSTON/MONTREAL.- Investigadores que estudian un raro tumor cerebral, siempre fatal en
niños, han encontrado varias alteraciones moleculares que impulsan el
cáncer, según un nuevo estudio del Centro Infantil del Cáncer y
Enfermedades de la Sangre Dana-Farber/Boston, en Estados Unidos, y la
Universidad McGill, en Canadá.
Los resultados, que se publicaban este
domingo en 'Nature Genetics', identifican nuevos objetivos potenciales
para tratamientos farmacológicos.
La nueva investigación podría ayudar a los médicos a seleccionar
agentes para luchar contra los astrocitomas de alto grado en niños, que
son extremadamente difíciles de tratar con radiación y cirugía. Estos
tumores se han resistido a los intentos de tratamientos con unos 250
medicamentos de quimioterapia y combinaciones durante los últimos 30
años, según los autores de este trabajo.
Estos científicos secuenciaron muestras de biopsias tumorales e
identificaron una serie de mutaciones o errores en el código de ADN,
además de encontrar cambios epigenéticos que alteran cómo se expresan
los genes. Al menos dos de las nuevas mutaciones podrían ser
susceptibles al bloqueo con las drogas existentes, según estos expertos.
En el caso de otras dianas moleculares descubiertas, no existen en la
actualidad medicamentos específicos para atacarlas, pero ofrecen nuevas
oportunidades para el desarrollo futuro de medicamentos.
"Para el tumor más maligno en pediatría, por fin estamos empezando a
entender el desarrollo de esta enfermedad, que es fundamental para la
elaboración de terapias eficaces", subraya Mark Kieran, neuroncólogo y
director clínico del Centro Infantil de Tumores del Cerebro en
Dana-Farber/Boston.
Los resultados se deben en parte a un proyecto que se inició hace
más de diez años, cuando médicos se unieron para crear un ensayo
colectivo de "medicina de precisión" clínica en Dana-Farber/Boston. Este
ensayo fue diseñado específicamente para hacer descubrimientos que
cambiarían el tratamiento para los niños con un tipo de astrocitoma de
alto grado llamado glioma pontino intrínseco difuso (DIPG, por sus
siglas en inglés), el tumor cerebral más agresivo en los niños, que se
desarrolla en el tronco cerebral y es imposible de eliminar de forma
segura con cirugía.
Médicos y pacientes de más de 20 instituciones se unieron a este
estudio, lo que requiso tomar una biopsia de cien niños, analizar su
tejido tumoral usando la patología y las pruebas moleculares, y
planificar el tratamiento específico para cada paciente en función de
los resultados. Un objetivo del estudio es determinar si se pueden usar
secuenciación de ADN avanzada y otras herramientas de búsqueda de
anomalías y biomarcadores para diseñar potenciales tratamientos.
La mayoría de los tumores que se encontraron albergaban una mutación
llamada K27M en la proteína H3F3A, que es un componente básico en los
bloques de construcción del "epigenoma". Los efectos de esta mutación se
denominan epigenética, ya que pueden cambiar el nivel de actividad de
los genes sin alterar la estructura del ADN de un gen. Las mutaciones en
H3F3A se han detectado recientemente en un gran porcentaje de
astrocitomas infantiles de grado alto pero todavía no se han encontrado
medicamentos eficaces para esta mutación.
Sin embargo, los científicos encontraron que las mutaciones en H3F3A
siempre ocurrieron con otras mutaciones que podrían, en teoría, ser
blanco de los fármacos existentes. Se vio una de esas nuevas mutaciones,
en el gen ACVR1, en cinco de los gliomas pontinos intrínsecos difusos.
Curiosamente, señala otro de los autores, Keith Ligon, nueropatólogo
de Dana-Farber, ésta fue la primera vez que se ha involucrado este gen
en el cáncer, pero anteriormente se había identificado la mutación como
la causa de un trastorno poco común, el "síndrome del hombre de piedra",
en la que los tejidos del cuerpo se convierten gradualmente en huesos.
Los investigadores descubrieron mutaciones adicionales en las vías
de señalización del crecimiento celular FGFR1 y PI3K, para las cuales
existen medicamentos que pueden bloquear su hiperactivación y ya se
están probando en otros tipos de cáncer. "Estas alteraciones en los
receptores del factor de crecimiento y miembros de la vía PI3K ofrecen
posibilidades terapéuticas no vistas anteriormente en un cáncer mortal",
comentan estos expertos.
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