BARCELONA.- De grandes cenas están las sepulturas llenas’ dice el
refrán. De todas las comidas del día, es la cena la que es capaz de
marcar una mayor diferencia en función de si la hacemos bien o mal.
Pero, ¿cuáles son las claves para que la última comida no nos pase
factura? Desde la clínica Opción Médica de Barcelona nos dan algunos
consejos.
La hora importa. No cenar tarde o no acercar la cena
a la hora de irse a dormir tiene grandes beneficios para la salud. Es
aconsejable dejar pasar un mínimo dos horas entre la finalización de la cena y la hora de acostarse. Espaciar al máximo la hora de la cena
con la de descanso influye en la capacidad metabólica de cada
individuo.
Llevar a cabo la recomendación de cenar pronto y esperar un
tiempo prudencial antes de irse a descansar puede ayudar
significativamente a no ganar peso y, además, a gozar de una mejor
calidad de sueño.
Además, nuestro organismo funciona distinto de día y
de noche. No estamos preparados para comer de noche, de ahí que sea más
difícil metabolizar los alimentos; a partir de las siete de la tarde
nuestro organismo empieza a prepararse para el reposo, ralentizando la
asimilación de la comida.
Cenar temprano se relaciona con un 20% menos de riesgo de cáncer de próstata y mama. Investigadores
del Instituto Global de Barcelona (ISGlobal) también han demostrado que
cenar temprano disminuye un 20% el riesgo de sufrir cáncer de próstata o
cáncer de mama, dos de los más prevalentes. Comer antes de las nueve de
la noche o dejar pasar, al menos, dos horas entre la cena y
acostarse, puede protegerte ante estas enfermedades. Esta cifra aumenta
un 5% si además se combina comer temprano con espaciar la comida y hora
de irse a dormir.
Manolis Kogevinas, investigador de ISGlobal y primer
autor del estudio publicado en el Internacional Journal of Cancer,
asegura que “la hora a la que se realizan algunas actividades puede
afectar a nuestra salud, nuestro reloj biológico está regulado por
ciclos de día y noche y el segundo factor que más influye es la dieta.
El reloj central está en la base del cráneo y está influido básicamente
por la luz, pero en el intestino y otros órganos también hay relojes que
tienen ciclos condicionados con la hora a la que comemos”.
Cuanto más ligero, mejor. De la misma forma que adelantar la hora de la última comida del día, para que una cena
se convierta en un hábito saludable debemos cuidar especialmente la
dieta durante este momento, las cenas tienen que ser ligeras. Merendar
una pieza de fruta, un puñadito de frutos secos o un yogurt nos ayudará a
llegar a la cena con menos hambre.
Hay alimentos que conviene evitar. Aquí hay que tener en cuenta diferentes aspectos. Por un lado, es conveniente no
repetir los mismos alimentos que en la comida ya que necesitamos variar
la dieta. Además, es importante prescindir de embutidos y fritos ya que
dificultan la digestión por la noche.
Y otros que viene bien comer. Seleccionar
frutas de temporada lo más maduras posibles y combinarlas con yogurt,
por ejemplo, es una buena idea. Otra opción son los
cereales integrales, que ayudan a conciliar el sueño gracias a su alto
contenido en vitamina B. También es interesante el arroz integral, otra
buena opción ya que es un diurético natural y combinado con ensalada es
un plato muy equilibrado.
Ojo a las combinaciones. El
consumo de proteínas como huevo, queso freso, legumbre o pescado puede
ayudar a quemar grasas pero siempre debe de combinarse con hortalizas y
cocinar con muy poco aceite. Una persona que esté es un proceso de
adelgazamiento o simplemente quiera mantener su peso tiene que prestar
mucha atención a su alimentación en las cenas, el metabolismo se ha
ralentizado y no se quema tan fácilmente, es más fácil acumular grasas.
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