Además, esta situación se ha amplificado durante la pandemia del COVID-19, con un número tan alto de mujeres en todo el mundo involucradas en la asistencia sanitaria de primera línea y en servicios esenciales.
No existen motivos que expliquen estas diferencias en la esperanza de vida, aunque los expertos destacan la complejidad y la interacción de los factores biológicos, sociales y de los servicios de salud.
"Sabemos que la pobreza es mala para la salud, aunque más mujeres viven en la pobreza que hombres, pero tienen menos probabilidades de morir más jóvenes que los hombres", han detallado.
El documento explora una imagen global de la diferencia de esperanza de vida por género (GLED) utilizando una combinación novedosa de métodos epidemiológicos y sociológicos, destacando las diferencias igualmente importantes entre las expectativas de vida promedio en diferentes países y entre diferentes grupos dentro de los países. Esto incluyó un análisis de caso comparativo que ofrece explicaciones para GLED en Australia y Etiopía.
"Los casos de Australia y Etiopía demostraron los complejos factores económicos, culturales, simbólicos y sociales que sustentan esta diferencia, destacando cómo las similitudes y diferencias se clasifican dentro y entre los países", han zanjado los investigadores australianos.
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