martes, 16 de febrero de 2021

Demuestran que la exposición al polvo del Sáhara aumenta el riesgo de mortalidad cardiovascular


MADRID.- Un estudio, en el que han participado investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España y que ha sido publicado en el 'Journal of Clinical Medicine', ha evidenciado que la exposición al polvo del Sáhara aumenta el riesgo de mortalidad cardiovascular.

El trabajo se basa en una revisión sistemática de estudios previos realizados en Asia, Europa, Oriente Medio y Norte de África, y en el análisis estadístico de los resultados obtenidos en los mismos. Se trata del primer meta-análisis sobre el impacto del polvo desértico en la enfermedad cardiovascular.

"Evaluamos el impacto del polvo en la mortalidad cardiovascular, en el síndrome coronario agudo y en la insuficiencia cardiaca, englobando un total de 700 mil eventos cardiovasculares", ha explicado el de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA), instituto de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Almería, Sergio Rodríguez.

A diferencia con otros estudios, prosigue, esta metodología de meta análisis, de reprocesamiento de estudios anteriores, es la primera vez que se realiza sobre el impacto del polvo en la salud cardiovascular. 

Y es que, los datos han puesto de manifiesto que, a nivel global, existe una "clara asociación" entre la exposición al polvo desértico y la mortalidad cardiovascular, de forma que un aumento en la concentración de polvo desértico en el aire ambiente, de 10 microgramos por metro cúbico de aire, está asociado a un aumento del dos por ciento en el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular.

"El riesgo de mortalidad cardiovascular es más probable durante el primer y segundo día de la exposición al polvo desértico", ha recalcado el del Hospital Universitario de Canarias, Alberto Domínguez Rodríguez.

Este estudio sale a luz después de la concatenación de intensos episodios de polvo norteafricano que viene sufriendo el Atlántico Norte y Europa. Ha sido llevado a cabo por un equipo multidisciplinar de cardiólogos, bioquímicos y físicos de la atmósfera, liderado por el Servicio de Cardiología del Hospital Universitario de Canarias, con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el Hospital Universitario Central de Asturias, la Universidad de La Laguna entre otras instituciones.

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