Desde que se abrió la Clínica en Segovia en 2011, hemos ido informando a
los pacientes de asuntos relacionados con la sanidad con el deseo de
que sean de provecho para la salud de cada uno y de los familiares y
amigos.
Aunque hay muchos temas candentes en estos momentos en relación
con el futuro de la sociedad y los sistemas sanitarios (ahora está a
punto de resolverse la cuestión de MUFACE y demás funcionarios), hemos
creído importante trasladaros esta información que deriva de la
observación epidemiológica que venimos haciendo desde que comenzamos, y
sobre todo, la que surge a raíz del año 2020 que nos marcó a todos por
razón de una alerta sanitaria mundial.
Los que conocéis mi
trayectoria profesional, sabéis que desde 2019 compaginé la asistencia
en la Clínica con actividad en el Hospital de El Escorial, donde estuve
40 meses atendiendo como médico especialista de Aparato Digestivo y como
refuerzo de COVID hasta 2022.
Durante ese periodo, por razón de la
crisis, tuve ocasión de ponerme en contacto con más de 300 colegas
sanitarios de toda España para tener datos de la afectación y manejo que
se hacía del problema sanitario en diferentes puntos de España.
Las
medidas que se implementaron fueron muy variadas en las diferentes
regiones y en ocasiones de instauración lenta o inapropiada, sin una
motivación científica clara, como ya se ha ido poniendo de manifiesto.
La ausencia de voces expertas en el manejo de situaciones clínicas
propició que se trasladase a la población una serie de medidas que el
tiempo ha demostrado que eran innecesarias y a consecuencia de las
cuales la salud de los españoles está experimentando cambios importantes
y no precisamente a mejor, como muestran los datos epidemiológicos
de mortalidad y morbilidad.
Por ello, se me hace duro pero necesario
trasladaros estas reflexiones para que cada cual las pondere e integre
dentro de su ámbito familiar y tome las medidas que considere oportunas
de cara a velar por su salud.
Lo que voy a
contar a continuación puede ser controvertido, hasta el punto de que
haya personas que no estén de acuerdo, pero como médico me veo en la
obligación ética de advertir a mis pacientes de los datos que vamos
recabando y de la deriva que está tomando la sanidad.
Parto de
la base, bien fundamentada porque es lo que se enseña desde siempre en
la carrera de medicina, de que ninguna medicación es apta para todo el
mundo y que todos los fármacos que empleamos tienen sus efectos
secundarios, por lo que a la hora de prescribir un tratamiento debemos
considerar bien si está indicado o no y de los efectos secundarios que
se puedan derivar, sin olvidar que en medicina la principal contraindicación es la falta de indicación.
En resumen, hace
ahora cuatro años comenzó a administrarse a la población española una
medicación inyectable de manera indiscriminada. Indiscriminada hace
referencia precisamente a eso que acabamos de apuntar: que no hubo por
medio ningún criterio médico sino que se determinó que era «para todo el
mundo».
De inicio se planteó como voluntaria aunque en algunos momentos
y en algunas regiones se presionó a la población reticente para que
también se pusiesen esos productos, apelando a razones tan peregrinas
como «proteger a otros» o «por solidaridad».
El tiempo ha ido mostrando
que ni eran tan eficaces como decían las autoridades sanitarias ni tan
inocuas. Y, por supuesto, como sosteníamos desde el principio, ni
necesarias por más que los medios de comunicación insistiesen en ello.
Fruto de esa presión mediática, ajena por completo a razones médicas científicas,
mucha gente se inyectó diferentes productos sin conocer muy bien ni lo
que se ponía ni el alcance o repercusión de esa medida.
Ahora con el
paso del tiempo y los datos epidemiológicos estamos comprobando
que esas medidas están pasando factura a la salud de las personas, de
manera que en todos los ámbitos, en todas las especialidades médicas se
está registrando un aumento de casos de patologías derivadas de
alteraciones de la coagulación y de la inmunidad que no pueden ocultarse
ni en los titulares de la prensa, pero que se intenta
derivar la causa de ese brutal incremento a razones tan espurias como el
cambio climático, la ingesta de huevos o la siesta.
En los foros médicos cada vez estamos más convencidos de que nos encontramos ante una nueva forma de enfermar que no habíamos visto jamás.
Las cifras de mortalidad se han incrementado (consulte el INE) hasta
cifras nunca antes alcanzada en este país, con incremento de mortalidad
alarmante en edades jóvenes e incluso en niños.
Sin necesidad de acudir a
los titulares y noticias, todos tenemos alrededor conocidos y
familiares afectados por problemas de arritmias, trombosis, ictus,
infartos, infecciones de repetición, tumores de desarrollo ultrarrápido,
reactivación de tumores o de procesos autoinmunes que parecían
controlados… Y en gran medida todo esto guarda relación con la conducta
previa que hemos desarrollado en los cuatro años anteriores.
Globalmente, nuestra salud no ha mejorado en absoluto sino más bien al
contrario.
Cada especialidad
médica está registrando sus «rarezas», esos incrementos de patología
inexplicable y desde el punto de vista de Aparato Digestivo, en lo que
me atañe, debo exponer algunos puntos:
1.- «Como y me
hincho. Incluso me hincho sin comer». Hay un gran aumento de pacientes
que acuden por este problema con la etiqueta de alergias alimentarias o
SIBO (síndrome de sobrecrecimiento bacteriano). Teniendo en cuenta que
no sabemos cuál es la flora bacteriana intestinal normal (acaso porque
hay muchos patrones), hablar de «sobrecrecimiento» o «desequilibrio» es
una petición de principio. Pero teniendo en cuenta que los billones de
bacterias que llevamos encima tienen interacción con el sistema inmune, y
éste anda tocado, hay que tener cautela con los diagnósticos
simplistas.
2.- Estando el sistema inmunológico afectado (una vacuna, stricto sensu,
no es otra cosa que un modulador del sistema inmune, en principio «para
bien»), viendo que las infecciones son más recalcitrantes, no se acaban
de ir o vuelven enseguida, no estamos como para concluir que nuestro
sistema inmune sea más eficaz ante los gérmenes que antes de prodigar
tanta vacuna. Las gripes y catarros intestinales parecen vinculados a cambios importantes en nuestro sistema de defensa,
más que a la aparición de gérmenes más agresivos o resistentes como
suelen mostrar los medios de comunicación para desviar la atención hacia
otra causa.
3.- El deterioro del
sistema inmune lleva consigo una peor eficacia de la detección precoz
de tumores. Independientemente de que algunos de los productos
inoculados contienen elementos promotores del cáncer (está reconocido ya
por la ciencia), unido a un sistema inmune debilitado, surgen tumores»
turbo» así llamados por su rápido desarrollo o en edades atípicas,
habiendo registrado un notable incremento de neoplasias hematológicas,
de páncreas y del tubo digestivo. Esto ha llevado a la recomendación de reducción en los tiempos de revisión de
manera que los pacientes que seguían programa de detección precoz de
cáncer de colon o gástrico por endoscopia digestiva, por término general
deben adelantar un año el plazo de revisión que se les dio, ya que la
progresión tumoral parece que se desarrolla más deprisa.
El deterioro
vascular con aumento de patología trombótica, ha disparado el consumo
de medicamentos anticoagulantes y cada vez más gente necesita bastones o
andadores para moverse. La saludable práctica del deporte también se ha
visto afectada y muchos deportistas han modificado a la baja el
rendimiento y rehúsan llevar el corazón a la frecuencia máxima por temor
a desencadenar una arritmia maligna.
Se ha incrementado el
número de pacientes con cansancios inexplicables que afectan
emocionalmente, llevando a la depresión y al suicidio porque en muchos
casos no encuentran en la medicina respuesta a estas nuevas formas de
enfermar. Se hace imprescindible que los médicos aprendamos de manera
acelerada a afrontar los cambios que está experimentando la salud de los
pacientes a raíz de la inoculación de estos productos. Y no es
sencillo.
Cuatro años aún es un plazo muy pequeño para poder evaluar la magnitud de los efectos secundarios de estos productos, pero ya las
farmacéuticas que los produjeron han reconocido docenas de efectos
secundarios severos, mortalidad asociada y presencia en los viales de
sustancias promotoras de cáncer.
Los daños derivados de estas medidas no han hecho más que empezar. Mi deber ético era informarle de esto. Y lo dejo por escrito
para que sea sometido a cualquier tipo de valoración o crítica por
cualquier autoridad que se vea aludida. Pero las responsabilidades que
se derivan de este desastre no pueden eludirse. En tiempos de crisis, tu
mejor activo eres tú mismo: cuídate.
(*) Luis Miguel Benito de Benito, médico especialista de Aparato Digestivo
desde 2000 y Doctor en Biología Celular. Licenciado en Filosofía. Máster
en Dirección Médica y Gestión Clínica por el Instituto de Salud Carlos
III y Experto Universitario en Derecho Sanitario y Ciencias Forenses por
la UNED. Facultativo Especialista de Área del Hospital Universitario de
El Escorial y Director Médico de la Clínica Dr. Benito de Benito desde
2011. Autor del libro "Coronavirus. Tras la vacuna" ISBN
978-84-9946-745-0
https://ntvespana.com/16/01/2025/nota-informativa-a-mis-pacientes-una-forma-de-enfermar-jamas-vista-por-doctor-luis-m-benito-de-benito/