En los últimos casos con el aumento del número de desempleados se ha observado una mayor incidencia de estados depresivos y de ansiedad, niveles bajos de autoestima, de satisfacción con la vida, dificultades de concentración y empeoramiento de las relaciones familiares, sin embargo, según el doctor Rafael Penadés, psicólogo del Hospital Clinic de Barcelona, estos daños psicológicos son compartidos por aquellas personas que creen tener un mal trabajo.
"Cualquier peligro percibido sobre el trabajo es vivido como una amenaza a nuestra existencia total y por ello nos genera gran cantidad de ansiedad o malestar emocional. Es por ello que el estar desempleado o tener un mal trabajo genera un daño similar a nuestra integridad psicológica", advierte.
No obstante, todos estos síntomas se multiplican en la medida que el desempleo se asocia a estados de exclusión social y económica.
En este sentido, el José Ángel Arbesú, coordinador de Salud Mental de Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), asegura que "la pérdida del empleo es la principal causa de ansiedad o depresión entre la población en edad laboral".
Los trastornos mentales ocupan el quinto puesto entre las causas de mayor incidencia de bajas laborales pero se sitúan en el tercer lugar en cuanto a la duración media de los procesos por incapacidad laboral temporal. Al respecto, advierte de que "las personas con bajas laborales por enfermedades mentales pueden ser percibidas socialmente como pacientes rentistas, es decir, se cree que no tienen nada, pero, la mayoría de las veces, estamos ante procesos de baja laboral que generan aún más sufrimiento en el paciente".
En estos casos, añade, se estima que un paciente tarda de media en acudir al médico unas 10-12 semanas y lo hace cuando los síntomas como cansancio, insomnio, dolor u otros síntomas físicos repercuten ya en su vida diaria. "Los pacientes consultan menos por los síntomas psicológicos como tristeza, irritabilidad o apatía que pueden estar en un segundo plano", señala Arbesú.
Precisamente, el último Informe sobre el Estado de la Seguridad y la Salud Laboral en España en 2009, publicado en marzo de 2011, los empresarios consideran que en un 14% de las empresas existe riesgo de estrés, depresión o ansiedad, un riesgo que se concentra en los sectores de la Administración Pública y Educación (32,6%), y de Transportes y Comunicaciones (31,8%), según informa Lundbeck, compañía que suele realiza acciones de divulgación con el fin de mejorar el nivel de conocimiento social sobre las enfermedades del sistema nervioso central.
Las profesiones con más riesgo para desarrollar trastornos ansioso-depresivos, según el doctor Arbesú, son aquéllas relacionadas con el trato con otras personas, donde se necesita mucha implicación personal y alta responsabilidad como es el caso de educadores, sanitarios, policías, entre otras.
Por su parte, Penadés recomienda ponerse límites ya que "por dedicar más horas al trabajo una persona no es más eficaz o protege mejor su empleo". "Al contrario, parece que las personas que dedican tiempo a distraerse se concentran mejor luego en su trabajo", advierte.
Aprender a desconectar ya que "puede que sea la habilidad más importante para combatir el estrés laboral"; intentar tener relaciones joviales con los compañeros y, por último, comunicarse y expresar los problemas.
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