El tabaco incrementa entre tres y doce veces las posibilidades de padecer cáncer de cabeza y cuello, hasta el punto de que hay pacientes en los que se detecta la enfermedad incluso entre diez y veinte años después de haber dejado de fumar.
Así lo asegura el doctor Josep María del Campo, director de la Unidad de Cáncer de Cabeza y Cuello del Servicio de Oncología del Hospital Vall d'Hebrón de Barcelona, con motivo del Día Mundial del Tabaco que se celebra el martes 31 de mayo.
"El riesgo cero para el exfumador ya no existe", reconoce este experto, ya que "el hecho de haber consumido tabaco en algún momento de su vida hace que aumente el riesgo de sufrir algunas de las alteraciones moleculares que causan esta enfermedad".
Además, y dado que estos tumores "crecen más despacio que otros", en ocasiones puede aparecer en pacientes que no fuman en el momento del diagnóstico pero si lo habían hecho años atrás.
Todo ello depende, no obstante, de la cantidad de tabaco que se consuma y del tiempo que se haya sido fumador. "Son sobre todo fumadores con alto consumo de tabaco, más de 10 cigarros diarios, e incluso entre 40 y 60 en algunas ocasiones".
En España, explica Del Campo, se detectan 12.000 nuevos casos al año y, pese al incremento de las mujeres fumadoras, sigue siendo un cáncer más prevalente en hombres.
"En otros tumores relacionados con el consumo de tabaco, como el de pulmón, el aumento de las mujeres fumadoras ha propiciado que dejen de ser cánceres masculinos. En cabeza y cuello, sin embargo, sigue estando más propio de hombres porque también se asocia con el consumo de alcohol", asegura.
De igual modo, la prevalencia de estos tumores no ha variado pese a que en los últimos años ha descendido el número de fumadores, ya que afecta a los "grandes fumadores" y su número "apenas ha variado". Además, uno de cada cinco afectados padecerá también cáncer de pulmón.
Pese a ello, y aunque son tumores poco frecuentes, la mitad de estos pacientes tiene posibilidades de curación, un porcentaje relativamente más elevado que el de otros tumores, dependiendo de la agresividad con que se detecte el tumor.
"Dos tercios de los diagnósticos corresponden a tumores en fase aanzada, un dato sorprendente porque es una zona visible que genera molestias", explica, aclarando que su tratamiento estándar incluye cirugía, quimioterapia y radioterapia.
No obstante, Del Campo ha recordado que "aunque antes la cirugía era obligatoria, ahora hay tumores que se pueden curar sin ella", sobre todo aquellos más avanzados en los que la cirugía puede resultar muy agresiva y mutilante.
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