Un estudio del Instituto Karolinska y la Escuela de Económicas de Estocolmo (Suecia) muestra que el cerebro posee mecanismos integrados que desencadenan una reacción automática ante alguien que rehusa compartir.
En el estudio, publicado en la revista 'PLoS Biology', el sentido de justicia de los individuos se desafiaba con un juego de justicia monetaria de dos jugadores y su actividad cerebral era medida de forma simultánea utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf).
Cuando los jugadores realizaban sugerencias injustas sobre cómo compartir dinero, a menudo eran castigados por sus parejas incluso si esto suponía un coste. Esta reacción ante la injusticia podría comprobarse a través de una región cerebral específica que se denomina amígdala.
El estudio se basa en la conducta humana universal de reaccionar con una agresión instantánea cuando otra persona se comporta de forma injusta y de una manera que no es la mejor para el grupo. Los investigadores examinaron a 35 sujetos mientras jugaban a un juego económico en el que un jugador sugiere a otro cómo debe repartir una suma de dinero dada; el otro jugador puede aceptar la sugerencia y tomar el dinero o rechazarlo, en cuyo caso ningún jugador recibe nada.
Según explica Katarina Gospic, responsable del estudio, "si la suma a compartir es 100 y la sugerencia es que 50 sean para cada uno, todo el mundo acepta ya que se ve como justo. Pero si la sugerencia es que uno se quede 20 y el otro 80, esto se ve como injusto. En aproximadamente la mitad de los casos todo termina con el jugador que recibe la porción más pequeña rechazando la sugerencia, incluso aunque esto le cueste perder esos 20".
Investigaciones previas han sugerido que el área que controla la capacidad para analizar y realizar decisiones financieras se localiza en la corteza prefrontal y la ínsula. Utilizando las imágenes de IRMf, sin embargo, los investigadores vieron el área del cerebro que controla las decisiones financieras rápidas se localizaba en realidad en la amígdala, una parte evolutivamente muy antigua y primitiva del cerebro que controla sentimientos de ira y miedo.
Para explorar estos resultados en mayor profundidad, a los individuos se les proporcionaba el tranquilizante antiansiedad oxazepam o un placebo mientras jugaban. Los investigadores descubrieron que aquellos que recibían el fármaco mostraban una menor activación de la amígdala y una mayor tendencia a aceptar una distribución injusta del dinero, a pesar del hecho de que cuando se les preguntaba seguían considerando injusta la sugerencia.
En el grupo control, la tendencia a reaccionar de forma agresiva y a castigar al jugador que había sugerido la distribución injusta del dinero se vinculaba directamente con un aumento en la actividad en la amígdala. Se observó una diferencia de género, ya que los hombres respondían de forma más agresiva ante las sugerencias injustas que las mujeres al mostrar una mayor tasa de actividad de la amígdala. La diferencia de género no se descubrió en el grupo que recibió el fármaco oxazepam.
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