Los problemas de salud mental afectan de un 10 a un 20% de los niños y adolescentes en todo el mundo. A pesar de su relevancia como principal causa de incapacidad en este grupo de edad y sus efectos duraderos a lo largo de la vida, las necesidades de salud mental de niños y adolescentes se descuidan, especialmente en países de ingresos bajos y medianos ingresos.
El documento publicado en 'The Lancet Series' sobre Salud Mental Global sugiere la necesidad de actuar en este grupo especialmente vulnerable. El estudio ha sido llevado a cabo por el profesor Atif Rahman, la Universidad de Liverpool, la Alder Hey Children's NHS Foundation Trust, y otros colaboradores.
Niños y adolescentes constituyen cerca de una tercera parte de la población mundial, y casi el 90% viven en países de bajos y medios ingresos (PBMI). Para los jóvenes, los trastornos neuropsiquiátricos representan el 15% de los años de vida ajustados según discapacidad (AVAD), perdidos durante las tres primeras décadas de la vida.
Según los autores, sólo el 10% de los ensayos de las intervenciones de salud mental proceden de PBMI, y la mayoría de ellas son intervenciones basadas en medicamentos y no en estrategias psicosociales. Aunque existen pruebas suficientes para ampliar los servicios de salud a este grupo de la población -ofrecidas por informes de grupos desfavorecidos en países de altos ingresos- la iniciativa se ve obstaculizada por la falta de políticas gubernamentales y una financiación insuficiente. Que menos de un tercio de los países tengan una entidad encargada de los programas de salud mental en niños y adolescentes ilustra la negligencia crónica en esta área.
El recientemente publicado WHO Mental Health Gap Action Programme proporciona datos sobre intervenciones que podrían ser efectivas en los PBMI. Muchos de estos países se caracterizan por sociedades con lazos familiares y redes comunitarias fuertes, que podrían ser utilizados para mejorar el acceso a estas intervenciones.
El apoyo a la investigación sobre la salud mental de niños y adolescentes es necesario, sobre todo en los PBMI; organismos como UNICEF necesitan ampliar el alcance de sus programas psicosociales para incluir trastornos específicos y desórdenes neuropsiquiátricos infantiles para conseguir que los países actúen para corregir las deficiencias en política de salud mental de los niños.
Los autores señalan que casi todos los PBMI están experimentando un cambio sustancial de política, sociedad y demografía, exponiendo a los jóvenes a un mayor riesgo de sufrir trastornos mentales. La intervención temprana podría prevenir importantes problemas de salud mental en la edad adulta, además, tales intervenciones también mejorarían el bienestar personal, las oportunidades educativas y la productividad.
Para los autores de este estudio, "la promoción de la salud mental de niños y adolescentes es un reto en todo el mundo. La evidencia acumulada sugiere que las intervenciones tempranas pueden proporcionar salud a largo plazo, y beneficios socioeconómicos mediante la prevención de la aparición de problemas de salud mental y el desarrollo de enfermedades crónicas".
No hay comentarios:
Publicar un comentario