El investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto Cajal, Javier Garzón, ha destacado la importancia que tiene el dolor para el ser humano ya que, pese a ser "desagradable" y evitado por la mayoría, "es una sensación útil y necesaria para sobrevivir a un ambiente hostil".
Así lo ha asegurado con motivo de Día Mundial contra el Dolor que se celebra el lunes 17 de octubre, recordando la importancia del mismo para "ser conscientes de las agresiones" y, de este modo, poder evitarlas.
"Desde un punto evolutivo, el hecho de que se conserve la sensación de dolor es porque es útil", reconoce Garzón, quien destaca como la intensidad del dolor varía en función de la causa fisiológica que lo provoca, pero también de quién lo padezca.
De este modo, según reconoce este experto, el grado de afectación de cada individuo puede variar "dependiendo de su circunstancia", lo que hace que la misma causa "cobre más relevancia en algunas personas que en otras".
"La percepción del dolor es muy modulable", reconoce Garzón, apuntando a algunos estudios que han demostrado incluso que "el dolor es más llevadero en una persona en un entorno familiar y feliz que si se encuentra sin trabajo, deprimido y solitario".
De hecho, añade, hay veces que se recurre a tratamientos para levantar el ánimo a fin de que la persona "ponga de su parte" y "minimice" importancia del dolor. "Ser feliz ayuda a soportar el dolor", asevera.
Garzón lleva varios años trabajando en la búsqueda de alternativas para el dolor "rebelde" que tiene un origen neuropático, causado por los propios nervios que "se estropean en su función y empiezan a originar señales de dolor cuando en realidad no hay una causa real".
Este trastorno, que afecta a entre un 8 y 10 por ciento de la población, tiene como principal tratamiento el uso de analgésicos aunque, dependiendo de la intensidad del dolor, estos pueden ser insuficientes, incluso los de naturaleza opiácea, que son los de mayor potencia, como puede ser la morfina.
"La verdadera tragedia es ésta, en la que la clínica no puede ofrecer alternativas a pacientes que lo están pasando realmente mal y están muy fastidiados", reconoce este experto.
Sin embargo, en el último número de la revista científica 'Neuropsychopharmacology', han publicado los últimos avances de su investigación, en la que han identificado "por qué el sistema analgésico de los opiáceos no funciona bien".
Según explica, se debe a que las neuropatías generan unas señales a través del sistema nervioso que, liberando unos mediadores químicos, consigue reducir la función de los receptores de estos fármacos, de modo que cuando se pone morfina su sistema de recepción de analgesia esté estropeado.
Tras este hallazgo, el objetivo ahora es "ver si hay alguna estrategia farmacológica para impedir que esa señal afecte al receptor y darle tiempo a que se recupere, consiguiendo rescatar la función positiva de estas sustancias".
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