domingo, 8 de enero de 2012

¡La fórmula para preservar el deseo en pareja!

La vida en pareja no es un camino de rosas. A los periodos pasionales a veces les siguen otros de crisis. “La tentación de concluir que nos hemos equivocado es grande, cuando en realidad es nuestra biología la que manda”, previene Vincent. Explicaciones sobre los mecanismos cerebrales del amor para actuar en pareja correctamente.
 
¿Crees en el amor eterno? La realidad biológica es más realista. “La duración del amor está predeterminada por un programa cerebral que actúa en favor de la supervivencia de la especie”, afirma Vincent. El comportamiento amoroso, sin embargo, estaría destinado a crear un clima favorable para que los padres permanezcan cerca del niño vulnerable. En esta fase, el córtex prefrontal actúa de manera diferente: nos hace ciegos a los defectos del otro y nos mantiene en estado de deslumbramiento.
Una vez que termina esta fase, los receptores se desensibilizan. Es entonces cuando pueden surgir las crisis, al descubrir lo que hasta ese momento no habíamos visto, como si el otro hubiera cambiado de repente. Y sin embargo, todo se debe a un cambio en la actividad neuronal.
“Cuando le pedimos a una persona que hable de su encuentro amoroso o de los buenos momentos en pareja comienza a secretar más oxitocina”, explica Vincent. La oxitocina es una hormona que permite reorganizar los circuitos asociados a las zonas de placer y recordar al cerebro el amor que se siente por el otro. Ésta última es una función muy importante al comienzo de una relación y que sin embargo tiende a disminuir.
Conforme pasa el tiempo, varios factores –los niños, la vida social y laboral– comienzan a provocar una caída en la secreción de oxitocina, lo que lleva a una pérdida de interés en la pareja.
Pero el deseo y el amor no son reacciones puramente hormonales o instintivas. Son también una compleja construcción cerebral: “El amor es un juego entre dos cerebros, que implica numerosos ciclos de cuestionamientos y aprobaciones en muchos niveles”, detalla la experta.
Los cónyuges evolucionan a lo largo de la vida, cambian, sin dejar por eso de estar enamorados del cerebro del otro. Un miembro de la pareja puede estar desfasado y en consecuencia experimentar lo que se conoce como “rupturas en el ciclo de cuestionamiento”. Esto significa que la persona deja de enviar las respuestas esperadas y que, por lo tanto, la crisis amenaza. Se trata de un juego que no termina nunca y que supone, si se logra mantener la atracción del otro, una renovación constante de los puntos de apego.
Para mantener el deseo en la pareja “debemos instalarnos de manera positiva en el cerebro de nuestro compañero y renovar los puntos de apego”, propone Vincent. No podemos evitar que el tiempo pase, pero sí es posible reorganizarse de manera de dedicar más tiempo al otro. ¿Cómo? Creando rituales que refuercen el vínculo y que ayuden a escapar de la rutina.
Los momentos de reencuentro pueden darse entorno a una cena, una prenda de vestir que al otro le guste mucho, un regalo especial… Es importante cuidar el aspecto sensorial (poner algo de música, velas) para que se cree una imagen positiva entre los dos cerebros
Es posible actuar, esta vez a nuestro favor, sobre la actividad de los neurotransmisores del cerebro. Los investigadores han evidenciado que evocar recuerdos felices estimula las zonas de placer relacionadas a un recuerdo positivo y que libera oxitocinas. Disfruta de una noche íntima con tu pareja viendo viejas fotos o recordando algunos momento felices: un viaje, una cena, una anécdota divertida. El objetivo es provocar en el otro una secreción de oxitocina que le haga entrar en el “modo felicidad”.

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