Los medicamentos para la enfermedad de Alzheimer que están siendo probando en ensayos clínicos pueden tener efectos secundarios potencialmente adversos, según una nueva investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad de Northwestern, en Estados Unidos.
Un estudio con ratones sugiere que los fármacos podrían evitar que las neuronas se conecten correctamente, e interferir así con su capacidad para enviar mensajes al cerebro. Los resultados han sido publicados en la revista 'Molecular Neurodegeneration', y presentados en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, en Vancouver.
"Vamos a proceder con cautela", dice Robert Vassar, profesor de Biología Celular y Molecular en la Universidad de Northwestern, "tenemos que mantener los ojos abiertos ante los posibles efectos secundarios de estos fármacos". Irónicamente, añade, los medicamentos podrían afectar a la memoria.
Los medicamentos están diseñados para inhibir la BACE1, una enzima que promueve la formación de placas de proteína 'b-amiloideun', un sello distintivo de la enfermedad de Alzheimer. La BACE1 actúa como una tijera molecular, cortando y liberando las proteínas que forman las placas -de este modo, los desarrolladores de medicamentos creen que el bloqueo de la enzima podría retrasar la enfermedad.
Sin embargo, en el nuevo estudio de Vassar, se encontró que BACE1 también tiene un papel fundamental como 'electricista' del cerebro, la enzima mapea la ubicación de los axones y la conexión de las neuronas en el cerebro y el resto del sistema nervioso. Esta asignación se denomina guía axonal.
Trabajando con ratones en los que fue eliminada la BACE1, genéticamente, Vassar descubrió que el sistema olfativo de los animales se encontraba mal conectado -los axones de las neuronas olfativas no fueron debidamente conectados al bulbo olfativo del cerebro. Así, los resultados muestran el papel clave de BACE1 en la guía axonal.
Si los axones no están bien conectados en el sistema olfativo, es probable que el mismo problema exista en otras partes del cerebro y el sistema nervioso; por ejemplo, el hipocampo podría ser particularmente vulnerable a los bloqueadores de BACE1, debido a que su población de neuronas renace continuamente, jugando un papel importante en la formación de nuevos recuerdos.
Las neuronas necesitan nuevos axones para crecer que, a su vez, deben conectarse a nuevos objetivos, ya que la guía axonal es una necesidad continua.
"No todo son malas noticias", concluye Vassar, "estos bloqueadores de BACE1 podrían ser útiles, a una dosis específica, para reducir las placas amiloides sin interferir con el cableado. Además, comprender la función normal de BACE1 puede ayudarnos a evitar los posibles efectos secundarios de los medicamentos".
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