La Sociedad Española de Oncología
Radioterápica (SEOR) asegura que la realización de ejercicio físico y
los buenos hábitos alimenticios pueden reducir la incidencia global de
tumores en un 40 por ciento de los casos, especialmente de mama, colon y
esófago, lo que equivaldría a 4 millones de casos al año en todo el
mundo.
Un tercio de todas las defunciones por tumores malignos están
justificados por una mala situación nutricional, y es que la
malnutrición del paciente oncológico se debe a factores relacionados
directamente con el tumor por la liberación de sustancias anorexígenas
--que disminuyen el apetito-- o por el aumento de los requerimentos
energéticos.
Además, también influyen distintos tratamientos administrados como
la cirugía, la radioterapia o quimioterapia, que provocan una
disminución de la ingesta habitual o una dificultad para el paso normal
de los alimentos por el tracto digestivo --disfagia--.
Y es que, está demostrado que la malnutrición disminuye la calidad
de vida en estos pacientes, especialmente por la pérdida de masa
muscular, astenia y por su influencia negativa sobre el aspecto
psíquico. Un hecho que implica una mayor necesidad de asistencia
sanitaria en general, ya que en muchos casos el estado nutricional del
paciente es más importante para la calidad de vida y supervivencia que
el propio estado del tumor o tratamiento que se administra.
Asimismo, uno de los signos más frecuentes y complejos a la hora
de abordar en los pacientes con cáncer es la pérdida involuntaria de
peso, anorexia-caquexia. Según explica el vocal de SEOR Jorge Contreras,
los trastornos nutricionales se manifiestan con más frecuencia en los
estadios avanzados aunque, apostilla, no siempre es así "ya que se
pueden presentar entre el 15 y el 35 por ciento de los casos en etapas
muy iniciales de la enfermedad, y entre el 60 y el 80 por ciento en las
fases más avanzadas de la enfermedad".
Según el 'National Cancer Institute', aproximadamente un 35 por
ciento de los tumores tienen su origen o se relacionan con determinados
hábitos alimentarios, una magnitud similar a la que se le relaciona con
el tabaco.
No obstante, en la actualidad, existen numerosos estudios
publicados que permiten generalizar una serie de recomendaciones en
relación a la alimentación como son, por ejemplo, evitar o reducir el
consumo de los alimentos relacionados con ciertos tipos de neoplasias,
fomentar el consumo de alimentos que se consideran protectores o que
previenen la aparición de determinados tipos de cáncer y mejorar la
forma de conservación y/o preparación de los alimentos.
Asimismo, estos estudios muestran una estrecha relación entre la
dietas hipercalóricas y con alto contenido en grasa con una mayor
incidencia y mortalidad de tumores de origen mamario, colon, recto y
próstata, y en menor medida con los ginecológicos --ovario, endometrio--
y páncreas. De hecho, los hombres con un sobrepeso mayor del 40 por
ciento tienen mayor riesgo de morir por cáncer colorectal y las mujeres
de un tumor de mama, endometrio u ovario.
"Por ello, se debería reducir el consumo de carne roja y grasa
animal y cambiarla por carne magra, pescado, pollo (sin piel), leche y
derivados lácteos desnatados, utilizar aceite de oliva, que por otro
lado conlleva una disminución del colesterol", explica el experto.
Pero también otros alimentos, como por ejemplo el aumento de
consumo de fibra vegetal en la dieta, tienen un claro efecto protector
"con mayor intensidad en los tumores de colon y mama, aunque también se
manifiesta en los tumores aero digestivos superiores como cavidad oral,
faringe, esófago, estómago. En este sentido, el especialista recomienda
aumentar su consumo diario mediante una mayor ingesta de frutas,
vegetales, cereales y legumbres.
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