domingo, 17 de junio de 2012

Una “trampa” en las quimiocinas es lo que permite que existan embarazos


Desde el punto de vista biológico, un embarazo es un verdadero problema. Durante este periodo, una hembra de mamífero tiene creciendo en su interior algo que, para sus defensas, es un parásito. Y sin embargo, los embarazos ocurren, eso es obvio. ¿Cómo puede ser? Después de varios años de investigación, un equipo de la Universidad de Nueva York ha conseguido dar una respuesta

Tal vez suene raro decir que un feto es un parásito para la madre, pero para su sistema inmune - las defensas del organismo - lo es. Para reconocer qué es parte de nuestro cuerpo y qué no, nuestras defensas utilizan unas proteínas que se sitúan en la pared de las células, llamadas Complejo Mayor de Histocompatibilidad (CMH). Cada individuo tiene un CMH distinto, algunos más parecidos que otros. Es por estas proteínas por las que los transplantes son tan complicados. Y el de una madre y su hijo son tan distintos como el de dos personas que no tienen ninguna relación.
Cuando las defensas detectan un cuerpo extraño, segregan unas proteínas denominadas quimiocinas. Estas moléculas sirven para avisar de que hay algo que no debería estar y que hacen falta otro tipo de células que se encarguen de luchar contra ello. A esto se le llama reclutamiento, y cuando hay una inflamación, el reclutamiento es mayor.
Un embarazo debería disparar este proceso. Se dan todas las condiciones: la presencia de un cuerpo extraño, una inflamación en los tejidos... Y sin embargo, no ocurre. De hecho, cuando se implanta el feto en las paredes del útero, todas las células del entorno pierden la capacidad de producir quimiocinas.
En el artículo se explica el mecanismo por el que se dejan de segregar estas proteínas. Se da una modificación en el ADN de las células que hace imposible que se puedan generar estas sustancias, protegiendo al feto. Esta modificación no es permanente, ya que una vez terminado el embarazo la madre tiene que recuperar la funcionalidad de sus defensas. Lo que ocurre con el ADN es que la región encargada de las quimiocinas se empaqueta, se condensa hasta un punto en el que no puede funcionar.
Este estudio supone un paso muy importante para entender cómo puede tener lugar un embarazo. Pero tiene otra aplicación más práctica y no menos importante. El CMH del que hablábamos antes es el responsable de que los transplantes de órganos sean tan complicados. Gracias a los resultados de este trabajo, se abre una nueva vía para evitar los rechazos de tejidos, lo que se puede traducir en miles de vidas salvadas.

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