El corte de digestión realmente, se trata de un cambio de temperatura y no tiene que ver tanto con la comida, como se puede pensar. Científicamente se llama hidrocución y lo que lo que coloquialmente
denominamos 'corte de digestión' es la consecuencia de un cambio brusco
de temperatura de la piel en contacto con el agua fría.
De este modo, el presidente de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), el doctor Enrique Domínguez Muñoz, define lo que es el corte de digestión.
"Ese cambio térmico brusco produce una reacción cardiovascular con
una disminución de la frecuencia cardiaca que puede hacer que la persona
que la padece sienta náuseas, a veces vómitos, se maree e incluso
pierda el conocimiento", explica. Esto, científicamente, se llama síncope de hidrocución.
Este especialista, quiere dejar claro que el riesgo de padecerlo es independiente de la edad. Incluso, detalla el doctor, la gravedad de este cuadro es más elevado en personas de edad avanzada o con problemas de corazón.
Domínguez especifica que el corte de digestión es más probable cuando
la temperatura del agua es especialmente baja o cuando la del cuerpo es
especialmente alta. Del mismo modo, las doctoras Milagros Marín Ferrer y
Carmen Medina, adjunto de Pediatría y jefe de la misma sección,
respectivamente, del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid,
indican que ocurre, principalmente, en días muy calurosos y con el agua
muy fría. "Son más frecuentes en los lugares en los que el agua está muy fría, como pozas o piscinas de la sierra", afirman.
Por tanto, el corte de digestión es más probable que ocurra después
de hacer ejercicio físico o tras una larga exposición al sol. "Si después de estar un tiempo haciendo estas dos actividades, entras al agua de golpe, hay un riesgo de producirse",
señala el doctor, ya que "el cuerpo pasa de estar de 40ºC a 20ºC en
cuestión de segundos". Por eso es frecuente en niños, afirman los
especialistas, porque éstos pasan de estar jugando a pleno, a "tirarse
rápidamente al agua", sin "conciencia ninguna". Experimentando así, un
cambio de temperatura muy brusco.
Dominguez Múñoz reitera que este cuadro tiene que ver con un cambio
de temperatura y no tanto con la comida. Asegura que el proceso de
digestión puede llegar a durar hasta cuatro horas, por lo que a pesar de
meterte en el agua, el proceso de digestión sigue su curso. Es cierto
que si las comidas son más copiosas, el proceso de digestión puede ser
aún más largo. Por tanto, recomienda siempre entrar en el agua poco a poco, mojándose primero la cabeza. "Nunca hay que tirarse de golpe", aconseja.
No obstante, el especialista destaca que es más probable que después
de comer se pueda producirse un corte de digestión, ya que después de la
comida la sangre se acumula en el aparato digestivo y llega menos
sangre a las otras partes del cuerpo, como el cerebro. "En esta
situación es más fácil que un cambio brusco de temperatura y la reacción
cardiovascular que conlleva produzcan mareo o pérdida de conocimiento, es decir, lo que llamamos 'corte de digestion", afirma.
Por otro lado, las pediatras del Hospital 12 de Octubre, afirman que la peor situación para los niños es si acaban de comer
y el proceso de la digestión está en marcha. Por eso ellas sí
recomiendan, para los más pequeños, desde que terminan de comer hasta
que se bañen esperar 1,5 o dos horas, pero afirman del mismo modo que
aunque no se cumplan estas normas, muchas veces no pasa nada.
Las doctoras del área de Pediatría del 12 de Octubre aconsejan que
los niños no permanezcan directamente al sol durante mucho tiempo, que
se pongan siempre gorros y que estén a la sombra durante y después de
las comidas.
El máximo responsable de la FEAD, por su parte, aconseja entrar poco a
poco en contacto con el agua e ir mojando el cuerpo progresivamente y
sobre todo la cabeza antes de zambullirse. Si a pesar de todo comienza a
sentir mareo, visión borrosa o náuseas, no corra riesgos innecesarios y salga inmediatamente del agua. "Mejor tener un poco más de paciencia que ser protagonista del susto del verano", concluye.
Juan Jesús Hernández, médico y responsable del Plan de Salud de Cruz
Roja Española, explica que siempre que no exista peligro para nosotros,
hay que sacar al afectado fuera del agua.
Si los síntomas son más leves, y la persona sale sin problemas del agua, y presenta náuseas y vómitos, el doctor asegura que lo mejor es mantener reposo digestivo durante unas horas.
Por el contrario, si los síntomas son exagerados, si se mantiene el mareo o no se controlan los vómitos, aconseja acudir a un centro sanitario para su valoración, según informa 'El Mundo'.
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