lunes, 14 de enero de 2013

Tratar el VIH en fases tempranas retrasa los daños y reduce el riesgo de transmisión

Un tratamiento antirretroviral de 48 semanas, administrado en las fases más tempanas de la infección por el VIH, ralentiza la aparición de daños en el sistema inmunológico y retrasa la necesidad de tomar el tratamiento a largo plazo, según ha revelado un estudio internacional en el que ha participado el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (Idibaps) de Barcelona. 

   El descubrimiento, publicado en el último número de la revista 'New England Journal of Medicine', ha sido posible gracias al ensayo clínico más amplio jamás realizado con pacientes recientemente infectados, bautizado como Spartac, ha informado el Idibaps en un comunicado.
   La investigación también sugiere que este tratamiento temprano reduce la cantidad de virus en la sangre hasta 60 semanas después de detenerlo, lo que reduce potencialmente el riesgo de transmisión.
   Spartac se ha desarrollado durante cinco años y ha contado con la colaboración de 366 adultos --mayoritariamente mujeres heterosexuales y hombres homosexuales-- procedentes de Austria, Brasil, Irlanda, Italia, Sudáfrica, España, Uganda y el Reino Unido.
   Todos los voluntarios del ensayo clínico fueron identificados durante los seis meses posteriores a la infección por VIH y se distribuyeron al azar entre un grupo que recibió antirretrovirales durante 48 semanas, otro que los recibió 12 semanas, y un último que no recibió medicación --este grupo corresponde a la práctica estándar actual en el tratamiento del VIH cuando se detecta la infección--.
   Los resultados apuntan que, de promedio, los participantes que no habían recibido el tratamiento antirretroviral inmediatamente debían comenzar el tratamiento definitivo de por vida 157 semanas después de la infección.
   Los del grupo que habían recibido un tratamiento de 12 semanas justo después de la infección tuvieron que empezar el tratamiento definitivo de promedio al cabo de 184 semanas después de la infección, un retraso de 27 semanas, que no se consideró significativo por responsables del ensayo.
   Por último, los voluntarios que recibieron antirretrovirales durante 48 semanas pasaron 222 semanas sin tener que empezar el tratamiento a largo plazo, lo que supone un retraso de 65 semanas.

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