La incontinencia urinaria es un problema
que afecta al ser humano en las primeras etapas de su vida y en las
últimas, especialmente entre las mujeres, como muestra que a partir de
los 65 años hasta un 40 por ciento sufra escapes incontrolados de orina
causados por el síndrome de vejiga hiperactiva.
Así lo ha reconocido el profesor titular de Urología de la
Universidad de La Laguna, David Castro, con motivo de un encuentro
médico organizado este fin de semana en Madrid para debatir las
principales novedades del último Congreso Mundial de Incontinencia (ICS,
en sus siglas en inglés), celebrado recientemente en Pekín (China).
Según ha explicado este experto, la función de orinar es
"espontánea" en el ser humano durante sus primeras etapas de la vida, al
igual que en el resto de animales, si bien luego se inicia un proceso
adaptativo y educativo que la corrige. "La sociedad nos educa a orinar
en el lugar y el momento adecuados", ha dicho.
"Sin embargo, con el envejecimiento todo ese aprendizaje se
deteriora", ha apostillado, lo que justifica que la prevalencia de la
incontinencia urinaria sea tan alta a partir de los 65 años.
El problema, reconoce Castro, es que junto al envejecimiento hay
otros factores desencadenantes de este problema, de los cuales "muchos
aún son desconocidos".
De hecho, el diagnóstico del síndrome de vejiga hiperactiva se
lleva a cabo "por exclusión", cuando no hay ninguna causa conocida que
provoque los escapes de orina.
Hasta ahora, el principal tratamiento de esta patología es
conservador e incluye un cambio en los estilos de vida --como el
abandono de los productos irritantes como el café o el alcohol, o la
práctica de ejercicio físico-- y una "reeducación de la vejiga",
mediante ejercicios de suelo pélvico o tratando de retener o aguantar
las ganas cada vez que viene el deseo.
Si este abordaje conservador no hace efecto se recurre al
tratamiento farmacológico, en el que en los últimos años se han
producido importantes avances gracias a la aparición de un nuevo
medicamento que evita los efectos secundarios que causan los actuales.
Hasta ahora, lo habitual era recurrir a medicamentos
antimuscarínicos que, aunque eran eficaces, presentaban algunas
contraindicaciones o incompatibilidades y causaban algunos efectos
secundarios, como sequedad de la boca o estreñimiento, lo que hacía que
"muchos pacientes abandonaran el tratamiento", ha explicado Castro.
Sin embargo, esta nueva terapia, llamada mirabegron y desarrollada
por Astellas Pharma, utiliza un mecanismo de acción diferente a los
utilizados en los últimos 30 años que "tiene eficacia similar a los
fármacos anteriores pero con la gran ventaja de que los efectos adversos
son escasos".
"Esto va a permitir que estos pacientes que no puedan tomar
antimuscarínicos puedan ser tratados y, además, evitará que los
pacientes no sufran los efectos secundarios de otros tratamientos", ha
explicado este experto, que reconoce que su uso ya está aprobado en
Europa pero aún no se comercializa en España.
Esta mejora terapéutica también puede ser beneficiosa para
combatir el estigma social que rodea a esta enfermedad. "La
incontinencia está mal vista, y esto repercute en la calidad de vida y
conduce al aislamiento social", según Castro.
"Uno de los problemas que tienen estos pacientes es que, como
tienen que orinar con mucha frecuencia, mapean la zona para saber donde
hay un baño, y muchos no viajan por el temor de no saber qué hacer si
suben a un avión. No mata a nadie pero condiciona enormemente la calidad
de vida", ha concluido.
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