A diferencia de los robustos programas
genéticos que desarrollan otros procesos esenciales como la función del
corazón, el gen del cromosoma Y denominado SRY es particularmente
vulnerable a cambiar y que el desarrollo sexual masculino es menos
estable que otros programas genéticos. Sólo se necesita una pequeña
desviación del proceso normal para alterar dramáticamente el desarrollo
sexual fetal, según concluye una investigación de expertos de la Case
Western Reserve University en Cleveland, Ohio (Estados Unidos),
publicada en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).
Mediante el estudio de casos raros de familias en las que una hija
comparte el mismo cromosoma Y que su padre, Michael Weiss y sus colegas
de la Facultad de Medicina del centro universitario han determinado que
la vía para el desarrollo sexual masculino no es tan consistente y
robusto como los científicos siempre han asumido. El equipo dirigido por
Weiss, presidente del Departamento de Bioquímica de Cowan-Blum,
profesor de Investigación del Cáncer y profesor Bioquímica y Nedicina,
ha examinado la función del gen SRY, que es responsable de iniciar el
proceso que conduce al desarrollo de los machos.
La idea de que los hombres y las mujeres son fundamentalmente
diferentes el uno del otro es ampliamente aceptada y, en todas partes
del mundo, esto ha creado ideas distintas acerca de qué características
sociales y físicas son necesarias en cada género para mantener un
desarrollo humano sano. Sin embargo, las revoluciones sociales a lo
largo del siglo pasado han desafiado las ideas tradicionales acerca no
sólo de los rasgos que son normales y necesarios para la supervivencia,
sino también de cómo los seres humanos los adquieren.
"Un principio general de la biología del desarrollo es que la
evolución favorece la fiabilidad --explicó Weiss--. Interruptores
robustos aseguran que nuestros programas genéticos dan lugar a un plan
de conjunto coherente para garantizar que los bebés tengan un corazón,
dos brazos y diez dedos, etcétera". Los puntos de vista tradicionales
hacen hincapié en la uniformidad de este proceso, pero la nueva
investigación indica que el desarrollo sexual masculino es menos estable
que otros programas genéticos.
En el desarrollo fetal, el gen SRY localizado en el cromosoma Y
comienza el proceso que conduce al desarrollo de los machos. Todos los
fetos se desarrollan inicialmente con tejidos femeninos, con
independencia del sexo en el momento del nacimiento, por lo que el
interruptor maestro es responsable de iniciar la transformación de
tejidos femeninos en los tejidos andrógenos y, a partir de ahí, se
desarrollan los testículos y se produce testosterona, que finalmente
forma los genitales externos del macho.
El estudio de la universidad empleó genes SRY mutados compartidos
por un padre y una hija XY estéril. Las hembras desarrollan generalmente
un par XX, pero, en estas familias, el padre produce una hija con un
par XY, algo que ocurre durante el desarrollo fetal cuando el
interruptor maestro del gen SRY no se dispara. Así, tejidos femeninos
internos, como el útero y las trompas de Falopio, continúan
desarrollándose pero son disfuncionales e infértiles.
"Sin embargo, el padre tiene el mismo cromosoma Y y la misma
mutación que la hija --destacó Weiss--. Y ya que es un macho
fértil sabemos que el interruptor debe estar listo". El equipo decidió
medir el umbral bioquímico del interruptor maestro SRY.
"Esperábamos que fuera necesario un factor de 100 o más para
alterar el desarrollo --dijo Weiss--. Pero lo que encontramos fue que el
umbral SRY, que se sondeó en los pares de padre e hija, es sólo un
factor de dos". Por lo tanto, los varones humanos se desarrollan
realmente cerca del borde de ambigüedad sexual, lo que significa que el
interruptor maestro gen SRY es especialmente vulnerable a cambiar.
La idea de un interruptor general poco fiable puede parecer
paradójico, pero un creciente cuerpo de investigación sugiere que puede
ser una necesidad evolutiva. Los numerosos estudios de estilos asociadas
al género de juegos infantiles y la adquisición de competencias
sociales por el doctor S. Baron-Cohen y sus colegas de la Universidad de
Cambridge, en Reino Unido, han puesto de relieve los efectos a largo
plazo de la secreción de testosterona por los testículos fetales.
La testosterona influye en el patrón del cerebro masculino durante
una ventana crítica en el desarrollo humano y es el gen SRY el que
despierta el programa genético que conduce a la formación de los
testículos y la producción de testosterona fetal.
"Tenemos este interruptor tenue en el cromosoma Y, y anticipamos
que su don para la humanidad es la variabilidad en la vía del desarrollo
masculino desde sus primeras etapas --subrayó Weiss--. La idea esencial
es que nuestra evolución ha favorecido una amplia gama de competencias
sociales. En la prehistoria, esta gama le habría dado una ventaja de
supervivencia a las comunidades enriquecidas por la diversidad de
estilos de género". De hecho, ciertos aspectos de la historia moderna
parecen ir paralelo a esta idea.
Susan Case, profesora de Comportamiento Organizacional en la 'Case
Western Reserve Weatherhead School of Management', que no participó en
el estudio, resaltó que "diversas mezclas de personas ofrecen
perspectivas más variadas, más ideas y soluciones y más desafíos" . En
el mundo corporativo , por ejemplo, los diferentes estilos aumentan la
creatividad y la resolución de problemas, sobre todo dentro de un grupo.
Las implicaciones de la investigación de Weiss sugieren que los
elementos de la cultura humana, que habían sido asumidos como
psicológicos o culturales, pueden ser, en su lugar, biológicos.
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