MADRID.- La depresión es una enfermedad que afecta a entre un 1% y un 7% de los menores
y el número de casos aumenta en relación con la edad. La detección
precoz se convierte en clave para un mal en ocasiones enmascarado por
los prejuicios sobre la adolescencia.
Las ventanas temporales por las que se 'cuela' en mayor medida el trastorno depresivo están entre los 13 y los 14 años y entre los 17 y los 18.
En estos periodos se intensifican las presiones sociales sobre los más
jóvenes, la familia deja paso al grupo de amigos como estructural social
básica y las exigencias escolares son mayores que en etapas anteriores,
se une a todo ello los cambios físicos propios de la edad.
Según explica Josefina Castro, de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y del Adolescente (AEPNA), la historia personal del niño o adolescente es clave para entender y diagnosticar el trastorno. La predisposición genética
es uno de los principales factores desencadenantes de la depresión
entre los más jóvenes, por lo que debe ser tenido muy en cuenta en su
diagnóstico, tratamiento y seguimiento.
Además la ansiedad en los más jóvenes puede convertirse en la antesala de la depresión
si no se trata a tiempo. Para Castro, los menores que se muestran muy
ansiosos ante situaciones escolares, con los amigos o familiares son más
propensos a la depresión, por lo que es fundamental pedir consejo especializado.
Señales de alarma
La doctora Castro señala que existen una serie de indicios que pueden ayudar a los padres a detectar pronto en sus hijos una incipiente depresión. Entre estos 'síntomas' se incluyen:
- Un estado de ánimo en el que prima la tristeza.
- Irritabilidad que se traduce en frecuentes enfados.
- Pérdida de la ilusión en aspectos que antes eran fuente de placer.
- Deseo de aislamiento que se traduce en no querer salir con los amigos.
- Descenso del rendimiento escolar.
- Pérdida del apetito y dificultades para dormir.
- Consumo de drogas como vía de escape.
- Irritabilidad que se traduce en frecuentes enfados.
- Pérdida de la ilusión en aspectos que antes eran fuente de placer.
- Deseo de aislamiento que se traduce en no querer salir con los amigos.
- Descenso del rendimiento escolar.
- Pérdida del apetito y dificultades para dormir.
- Consumo de drogas como vía de escape.
Cómo actuar
Aunque algunos de estos síntomas, como el consumo de drogas, son
por si mismos motivo de consulta con especialistas de la salud otros
pueden considerarse normales de la edad. Castro aconseja cuando existe
cualquier tipo de duda acudir al centro de salud y no pensar que la situación puede mejorar por sí sola.
Es clave además, según la experta, conseguir la derivación a un psiquiatra especializado
en esta franja de edad ya que sabrá realizar las preguntas adecuadas y
detectar en las respuestas la clave para acertar con el diagnóstico.
Castro aconseja a los padres seguir una serie de pautas para que sus hijos superen la enfermedad:
- Colaborar con el psiquiatra o psicólogo.
- No crear situaciones de estrés o presionar a los hijos.
- No mimar en exceso a los menores y no cambiar las pautas educativas.
- Aumentar las muestras de cariño.
- Buscar más tiempo para pasar en familia.
- No crear situaciones de estrés o presionar a los hijos.
- No mimar en exceso a los menores y no cambiar las pautas educativas.
- Aumentar las muestras de cariño.
- Buscar más tiempo para pasar en familia.
El tratamiento de la depresión en los menores se basa
principalmente en la psicoterapia y en los casos más graves se utilizan
antidepresivos. La mejoría comienza a ser evidente entre el mes y medio y
los tres meses posteriores al comienzo de la terapia.
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