CHICAGO.- El estrés y la depresión se han asociado desde hace tiempo a un mayor
riesgo de obesidad y ahora un equipo de investigadores de la Universidad
Estatal de Ohio, en Estados Unidos, ha descubierto que estos trastornos
mentales alteran el ritmo al que el organismo procesa los alimentos
grasos, lo que podría explicar esta relación.
De hecho, según los resultados del trabajo que publica la revista 'Biological Psychology', han visto que las mujeres con estrés quemaron en siete horas 104 calorías menos cuando
comían una cantidad de grasa similar a la que ingerirían una
hamburguesa en cualquiera de las principales cadenas de comida rápida.
Un
hallazgo que, según reconoce Janice Kiecolt-Glaser, autora del estudio,
probaría que "el estrés puede promover el aumento de peso al disminuir
el metabolismo de las grasas".
En concreto, la diferencia entre
una persona con estrés y otra sin nada está en 104 calorías, una
diferencia que en un día no es significativa "pero que si va sumando al
cabo del año puede suponer hasta 11 libras" (más de 5 kilos
aproximadamente).
En su trabajo reclutaron a 56 mujeres de mediana
edad para que comieran alimentos de alto contenido en grasas durante
dos días distintos en los que su metabolismo fue controlado. Cada día,
las participantes completaron una serie de cuestionarios para evaluar
posibles síntomas depresivos o de estrés, así como sus hábitos
alimenticios y la actividad física.
Los investigadores comenzaron
midiendo la cantidad de calorías que cada mujer quemaba en reposo. A
continuación, a las mujeres se les dio una comida de prueba con huevos,
una salchicha de pavo con salsas, y galletas. En total, contenían
alrededor de 930 calorías y unos 60 gramos de grasa, la misma cantidad
de grasas y calorías que las de una hamburguesa doble con queso y
patatas fritas que venden la mayoría de restaurantes de comida rápida.
En
uno de los días, las mujeres se les dio una versión de la comida de
prueba que era alta en grasas saturadas, mientras que en el segundo día
ingirieron una comida rica en grasas monoinsaturadas de aceite de
girasol.
Las
pruebas metabólicas para ver el ritmo al que estaban quemando las
grasas y las calorías se repitieron cada hora durante siete horas
después de terminar de comer. Además, los investigadores midieron los
niveles de la hormona del estrés cortisol, además de la insulina, la
glucosa y la grasa en la sangre.
Al finalizar el estudio y analizar los datos, vieron que 31 mujeres habían mencionado algún momento estresante el día anterior a la prueba y hasta 21 en ambas visitas. De media, estas mujeres quemaron 104 calorías menos que el resto siete horas después de terminar de comer.
Al finalizar el estudio y analizar los datos, vieron que 31 mujeres habían mencionado algún momento estresante el día anterior a la prueba y hasta 21 en ambas visitas. De media, estas mujeres quemaron 104 calorías menos que el resto siete horas después de terminar de comer.
Los investigadores también
encontraron que las mujeres con más tensión arterial tenían niveles más
altos de insulina, y quemaron la grasa también a un ritmo más lento.
Los
antecedentes depresivos no afectaron a la tasa metabólica de las
mujeres, aunque solían tener niveles más altos de cortisol, lo que se
cree que puede promover el almacenamiento de grasa no saludable en la
cintura.
La única diferencia entre los resultados entre una comida
con alto contenido de grasas saturadas y monoinsaturadas fue un aumento
más pronunciado de azúcar en sangre después de la segunda, un hallazgo
que los autores admiten que habrá que estudiar en futuras
investigaciones.
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