Científicos del Laboratorio de Neurobiología del Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) han identificado un marcador en sangre que permite diagnosticar la encefalopatía hepática mínima (EHM) en pacientes con cirrosis hepática, un avance que representa el descubrimiento del primer biomarcador periférico para la enfermedad, según ha informado la Generalitat en un comunicado.
El desarrollo de este marcador diagnóstico se ha realizado en colaboración con la doctora Carmina Montoliu, de la Fundación para la Investigación del Hospital Clínico de Valencia (INCLIVA). Los resultados del estudio de este marcador se han publicado en la revista científica 'The American Journal of Gastroenterology'.
La encefalopatía hepática mínima (EHM) es la fase inicial de la encefalopatía hepática y sus síntomas no son evidentes, por lo que es necesario realizar estudios específicos para detectarla. Si la EHM no se diagnostica a tiempo, puede derivar en síntomas evidentes que gradualmente pueden conducir al coma y a la muerte.
Como ha apuntado Vicente Felipo, investigador principal del Laboratorio de Neurobiología del CIPF, "durante esta primera fase hay un leve deterioro cognitivo, déficit de atención y alteraciones en la actividad y coordinación motoras que van progresando y afectando a la calidad de vida y a la capacidad de realizar tareas de la vida diaria".
Actualmente, la EHM se puede detectar mediante tests psicométricos o neurofisiológicos. Sin embargo, estos tests son procedimientos "complejos poco prácticos" para la clínica diaria, porque requieren "bastante tiempo y han de ser corregidos en función de varios parámetros". Como consecuencia de esta carencia de un procedimiento diagnóstico sencillo, la mayoría de los pacientes con EHM permanecen sin diagnosticar y tratar.
Con el nuevo marcador identificado, una sustancia denominada '3-Nitro-Tirosina', los investigadores aportan un procedimiento "fácil" para el diagnóstico de la EHM, ya que puede medirse en un análisis clínico rutinario a través de una muestra de sangre del paciente.
Los investigadores han obtenido unos resultados "contundentes" en los distintos parámetros calculados para evaluar el valor diagnóstico de este marcador: un 93 por ciento de especificidad, un 89 por ciento de sensibilidad, un 91 por ciento de valor predictivo positivo, y un 91 por ciento de valor predictivo negativo, entre otras cuantificaciones efectuadas.
"Hemos comprobado que la 3-Nitro-Tirosina posee una excelente capacidad diagnóstica, y por tanto constituye un muy buen marcador para la detección de la encefalopatía hepática mínima en pacientes cirróticos", ha explicado Vicente Felipo.
El estudio diseñado por los investigadores para identificar este marcador ha consistido en realizar tests psicométricos a pacientes cirróticos, diferenciando entre los cirróticos que padecían EHM, y los que no. Además, el estudio ha contado con un grupo de personas sanas que actuaban de grupo de comparación o control.
Los científicos tomaron muestras de sangre de los pacientes de cada grupo y midieron una serie de parámetros para comparar y analizar cuáles podrían servir para el diagnóstico de los individuos con EHM.
Como afirma Felipo, "los resultados realizados hasta el momento con 214 individuos indican que hemos identificado el primer marcador medible en sangre que permite diagnosticar la EHM; no obstante, será necesario continuar estudios con un mayor número de pacientes para que el marcador llegue cuanto antes a la práctica clínica".
Dados los resultados conseguidos, los científicos han solicitado una patente para este procedimiento diagnóstico, y han iniciado la búsqueda de una empresa con la que desarrollar un kit diagnóstico.
El estudio ha contado con la participación del Servicio de Hepatología del Hospital Clínico Universitario y del Servicio de Digestivo del Hospital Arnau de Vilanova, ambos en Valencia.
La encefalopatía hepática se produce cuando el hígado falla, y deja de realizar su función de eliminar sustancias tóxicas. Esta incapacidad de detoxificación permite que dichas sustancias tóxicas se acumulen, lleguen al cerebro y alteren la función cerebral, provocando daños tales como alteraciones en la personalidad, la función cognitiva, la actividad y coordinación motoras y el nivel de consciencia.
Además de predisponer a padecer encefalopatía hepática clínica, la EHM aumenta la probabilidad de padecer accidentes laborales y de tráfico, y reduce considerablemente la calidad de vida de los pacientes.
La EHM constituye una fase incipiente de lo que después derivaría en la encefalopatía hepática, que puede conducir al coma hepático y a la muerte. Entre un 33 y un 50 por ciento de los pacientes con cirrosis hepática sin síntomas evidentes de encefalopatía hepática clínica presentan encefalopatía hepática mínima.
Dada la dificultad de detección de la EHM, no se conoce exactamente el número de afectados, aunque se estima que alrededor de un millón de personas presentan encefalopatía hepática mínima en la Unión Europea, por lo que se trata de un problema clínico, social y económico relevante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario