Investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) aseguran que la hormona FGF21, conocida como "quemagrasa" al activar la grasa parda del organismo produciendo calor y quemando tejido adiposo, puede ser clave para suavizar la lipodistrofia que causan los tratamientos antirretrovirales en algunos pacientes con VIH.
Pocos años después de establecerse los tratamientos antirretrovirales para el VIH se constató que producían lipodistrofia, alteración en la distribución del tejido adiposo que hace que estos pacientes experimenten cambios anormales en la distribución de la grasa corporal.
Sin embargo, y a través del grupo de Biología Molecular y Regulación Génica del Tejido Adiposo y sus patologías, el CIBERobn ha abierto una nueva vía de investigación para estudiar los posibles usos terapéuticos del FGF21 en estos casos, tras haberse constatado en estudios previos que también puede ser efectiva.
La investigación ha sido dirigida por el doctor Francesc Villarroya, en colaboración con el doctor Pere Domingo, miembro de la Red de Investigación en Sida del Instituto de Salud Carlos III, y en ella se seleccionó una muestra formada por 179 pacientes que clasificaron en cuatro grupos.
Tras analizar los niveles séricos del FGF21 de cada grupo correlacionándolos con otros parámetros indicativos que mostraban alteraciones en la distribución de grasa, el riesgo metabólico y cardiovascular, observaron un incremento anormal de los niveles séricos del FGF21 en todos los pacientes infectados por VIH siendo este aumento más acusado en los sujetos con lipodistrofia.
"De ello se desprende que los niveles de FGF21 muestran una correlación positiva con los indicadores de la lipodistrofia, la resistencia a la insulina, la lesión hepática y la dislipidemia, al igual que en pacientes obesos", asegura el doctor Villarroya.
Esto se debe a que el tejido graso es un órgano fundamental para mantenernos saludables ya que, al carecer de depósitos grasos, los lípidos se acumulan en la sangre, en niveles superiores a lo normal, lo que, al igual que en la obesidad, conduce al desarrollo progresivo de las enfermedades cardíacas.
Asimismo profundizar en la lipodistrofia también ha permitido comprender el mecanismo por el cual se produce una de las complicaciones más frecuentes en la obesidad, la diabetes tipo 2. Esto se debe a que en la diabetes tipo 2 hay resistencia a la insulina y, cuando esto sucede, la glucosa no penetra a la célula y se eleva en la sangre.
"Si se continúa ingiriendo grasas, la saturación de los depósitos hace que los ácidos grasos terminen por invadir las células musculares, desencadenando dicha resistencia. Esta es la razón de por qué tanto los pacientes obesos como los sujetos con lipodistrofia llegan a presentar resistencia a la insulina", afirma el doctor Villarroya.
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