La negociación del Acuerdo de Libre Comercio (ALC) entre India y la Unión Europea muestra, una vez más, la supremacía de los intereses económicos sobre los intereses humanos. Desde enero de 2007, el país asiático estudia la aprobación de un acuerdo que limitaría, entre otras cosas, la exportación y producción de medicamentos genéricos. Estos fármacos abastecen al 90% de personas con VIH en el mundo y suponen el 60% de los tratamientos contra la malaria.
En la actualidad, más de 6 millones de enfermos de VIH dependen de los medicamentos genéricos indios. El bajo coste económico y la alta calidad de los productos hacen posible que muchas personas puedan acceder a un tratamiento. Uno de los medicamentos más producidos en el país son los fármacos antirretrovirales que se utilizan para ralentizar la propagación del virus del VIH. En el año 2000, el tratamiento con estos medicamentos suponía para el enfermo un gasto de casi 12.000 dólares al año. Gracias a la producción india de genéricos, ese gasto se reduce a 66 dólares.
Entre las disposiciones del ALC se encuentra el “refuerzo” de la propiedad intelectual, que podría dificultar el envío de genéricos desde India a países empobrecidos. Este refuerzo se basa en la alegación de que ciertos productos infringen derechos de patentes o de marca.
“Hemos visto morir a demasiada gente en los países en los que trabajamos porque los medicamentos que necesitaban eran demasiado caros” afirma Unni Karunakara, presidente internacional de Médicos Sin Fronteras. La ONG es una de las principales proveedoras de salud del mundo y, como tal, podría verse envuelta en problemas legales al adquirir genéricos indios para el tratamiento de pacientes en países empobrecidos.
Otra de las disposiciones del ALC que afectaría a la producción de medicamentos genéricos es la “exclusividad de datos”, es decir, la limitación de la competencia de medicamentos genéricos en India. Esto supondría un aumento de los precios de los fármacos que en los últimos diez años se habían conseguido reducir hasta un 99%. Aunque la UE afirme que ha renunciado a exigir dicha cláusula, las negociaciones del acuerdo a puerta cerrada indican cierta presión por parte de la organización europea para que India cambie su legislación.
Desde grandes ONG como MSF o la asociación de Nueva Delhi de personas con VIH (DNP), se exhorta a la Unión Europea a que interrumpa sus negociaciones con India. Los responsables de dichas organizaciones critican que el único fin del acuerdo sea beneficiarse del creciente mercado indio, sin tener en cuenta los intereses humanos que se pondrían en peligro. Basan su defensa en la resolución del Parlamento Europeo firmada en abril que insiste en que las políticas de los acuerdos de comercio no pueden ir en contra o perjudicar el acceso a medicamentos. Loon Gangte, presidente de la DNP, recalca que “de estos fármacos depende nuestra vida, que no debe estar a la venta”.
La sucesión de manifestaciones en varios países como Nepal, Malasia, Camerún, Sudáfrica o Reino Unido muestra la oposición social que existe respecto a la firma del ALC. Bajo el lema “¡Europa, no toques nuestros medicamentos!” más de 2.000 pacientes de VIH salieron a las calles de Delhi para defender el acceso a tratamientos de calidad a precios asequibles. No obstante, la presión ejercida por los manifestantes se ve eclipsada por la que ejerce la UE, lo que desemboca en una aceleración de las negociaciones en contra el interés general.
Los medicamentos genéricos producidos en India han permitido que millones de personas accedieran a tratamientos sanitarios que de otra manera resultarían inaccesibles por motivos económicos. Poner restricciones en la producción y exportación de esas medicinas significa poner en juego la vida de todas esas personas. La firma del ALC acabaría con “la farmacia de los pobres” y supondría un paso atrás en el acceso global a la salud, algo que debería estar por encima de la rentabilidad económica.
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