Las moscas manipuladas para perder un gen
relacionado con el Síndrome de Piernas Inquietas (SPI) sufren los mismos
trastornos del sueño y la misma inquietud que los pacientes humanos.
Los hallazgos, publicados en la revista 'Current Biology', sugieren una
base genética para el SPI, un trastorno que provoca en los pacientes una
necesidad irresistible de moverse, que empeora cuando intentan
descansar.
"Aunque está muy extendido, el SPI es un trastorno cuya base
fisiopatológica sigue siendo muy poco conocida", afirma Subhabrata
Sanyal, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Emory. Sanyal
explica que "el estudio pone de relieve el hecho de que podría haber una
base genética para el SPI. Comprender la función de estos genes
ayudaría a entender y diagnosticar la enfermedad, y a ofrecer opciones
terapéuticas específicas".
Según el quipo de Sanyal, una serie de estudios de asociación
sobre el genoma completo en los seres humanos, han sugerido conexiones
entre el SPI, y la variación de un solo gen (BTBD9). La mosca de la
fruta tiene una sola versión, muy conservada, del gen BTBD9 humano; por
tanto, los científicos decidieron probar si este gen tendría algún
efecto sobre el descanso de los insectos -de hecho, las moscas necesitan
dormir, al igual que lo hacen los humanos, y sus patrones de sueño se
ven influidos por las mismas clases de química cerebral.
Los investigadores observaron que las moscas sin la versión del el
gen asociado al SPI se mueven más y duermen menos. Al ser tratadas con
un fármaco utilizado para el SPI, las moscas mostraron mejoras en su
sueño.
Los estudios también aportan evidencias acerca de cómo funciona el
gen asociado al SPI, mediante el control de los niveles de dopamina en
el cerebro, así como el equilibrio del hierro en las células. Sanyal ha
anunciado que su equipo seguirá estudiando otros genes relacionados con
el SPI, que han sido identificados en estudios en seres humanos, en
busca de más detalles sobre su interacción y función.
"Nuestros resultados apoyan la idea de que la regulación genética
del metabolismo de la dopamina y el hierro constituyen el núcleo de la
fisiopatología de algunas formas de SPI", concluyen los investigadores.
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