Las modificaciones en los niveles de la
hormona de la leptina durante la gestación o la lactancia podrían
determinar un mayor riesgo de padecer enfermedades como obesidad y
diabetes en la edad adulta, según investigadores del Departamento de
Fisiología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
En concreto, este trabajo impulsado por la doctora Miriam Granado
de la Universidad Autónoma de Madrid y los doctores Jesús Argente y
Julie Chowen del Departamento de Endocrinología del Hospital Infantil
Universitario Niño Jesús, ha sido reconocido por la Asociación Europea
para el Estudio de la Obesidad y ha sido publicado en 'Endocrinology' y
'Obesity Facts'.
Estos investigadores observaron que la leptina es una hormona
secretada por el tejido adiposo en cantidad proporcional a la masa grasa
del organismo. De esta forma, en el individuo adulto su función
principal es la de inhibir la ingesta de alimentos y aumentar el gasto
energético para mantener constante el peso corporal.
Así, niveles altos de leptina actúan sobre el hipotálamo
--principal centro regulador de la ingesta-- disminuyendo el apetito, y
sobre el sistema nervioso autónomo, estimulando el gasto energético. Por
tanto, los individuos deficitarios en el gen de la leptina no disponen
de este mecanismo de freno de la ingesta calórica, por lo que presentan
una obesidad desmesurada.
Además de su papel regulador del peso corporal en la edad adulta,
la leptina tiene también otras funciones importantes en la infancia, ya
que interviene en el desarrollo de diferentes estructuras cerebrales
implicadas en el control del apetito.
Con todo, los hallazgos de estos investigadores demuestran que los
cambios puntuales en los niveles de leptina durante los primeros días
de vida tienen una repercusión a largo plazo sobre los circuitos
hipotalámicos implicados en la regulación de la ingesta así como sobre
el tejido adiposo, que ve modificada su capacidad para almacenar
energía.
Asimismo, según sus experimentos, la administración de una única
dosis de leptina a ratas en su segundo día de vida tiene como
consecuencia a largo plazo alteraciones hipotalámicas que derivan en una
disminución de la ingesta de alimentos a la edad de cinco meses.
Sin embargo, esta disminución en la ingesta calórica no se
acompaña de una disminución en la ganancia de peso corporal, lo que
sugiere que, ante una reducción de la ingesta, el tejido adiposo
disminuye su capacidad de disipar energía evitando así la pérdida de
peso.
Por contra, una única inyección de un inhibidor de la acción de la
leptina en el día nueve de vida de las ratas induce una disminución en
la ganancia de peso corporal en la edad adulta sin producir cambios en
la ingesta de alimentos, lo que implica, al contrario que en el caso
anterior, un aumento en la capacidad del tejido adiposo para disipar
energía.
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