Investigadores de la Universidad de
Northwestern de Chicago, en Estados Unidos, aseguran que las emociones
de cada individuo son las que determinan sus probabilidades de padecer
dolor crónico tras una misma lesión, según los resultados de un estudio
que publica en su último número la revista 'Nature Neuroscience'.
Durante mucho tiempo los científicos se han preguntado porqué
individuos que sufren una lesión similar desarrollan respuestas de dolor
tan distintas. Para analizar tales diferencias, la investigadora Vania
Apkarian y su equipo utilizaron escáneres cerebrales para analizar la
respuesta de dolor de 40 individuos que habían sufrido una lesión de la
espalda.
Cada uno de los participantes, que no tenían antecedentes
previos de estas dolencias, fue sometido a cuatro escáneres cerebrales a
lo largo de un año.
De este modo, encontraron que la respuesta emocional de cada
persona a la lesión es distinta y está relacionada con la comunicación
entre dos regiones del cerebro, la corteza frontal y el núcleo
accumbens, encaradas de las emociones y la motivación.
Tales pruebas mostraron que, cuanto mayor era la comunicación
entre estas dos regiones, mayores probabilidades había de que el
individuo desarrollara dolor crónico.
De hecho, hasta el punto de que fueron capaces de predecir al
principio del estudio con un 85 por ciento de probabilidad de acierto
qué participantes iban a padecer dicha dolencia.
"Una lesión en sí misma no es suficiente para explicar porqué
se siente dolor continuo", ha explicado a la BBC Apkarian, quien sugiere
que quizá esto se deba a que "inicialmente estas secciones del cerebro
están más agitadas en ciertos individuos, o podría haber influencias
genéticas y ambientales que predisponen a estas regiones del cerebro a
interactuar a un nivel excitable".
Esta experta ha reconocido que dicho hallazgo ofrece
información valiosa para el desarrollo de nuevas terapias para el
tratamiento del dolor crónico.
El núcleo accumbens, explica la doctora Apkarian, es un centro
importante del cerebro que se encarga de evaluar y "enseñar" al resto
del cerebro cómo reaccionar ante el mundo exterior.
Por ello, los científicos creen que esta región utiliza las
señales de dolor para "instruir" al resto del cerebro a que desarrolle
el dolor crónico."Ahora, basados en este hallazgo, esperamos desarrollar
nuevas terapias para el tratamiento del dolor", ha apuntado.
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