lunes, 15 de octubre de 2012

Las células de grasa también necesitan dormir

En un nuevo estudio que desafía la noción de que la función principal del sueño es dar descanso al cerebro, un equipo de investigadores de la Universidad de Chicago (EEUU) ha descubierto que el sueño deficiente tiene un impacto nocivo sobre las células grasas, lo cual reduce en un 30 por ciento su capacidad de respuesta a la insulina. La investigación ha sido publicada en 'Annals of Internal Medicine'.

   La falta de sueño ha sido asociada con la alteración de la función cerebral, causando disminución del estado de alerta y reduciendo la capacidad cognitiva. Ahora, este nuevo estudio ha descrito, por primera vez, un mecanismo molecular que conecta directamente la pérdida de sueño con la alteración de la regulación energética en los seres humanos, un proceso que puede causar aumento de peso, diabetes y otros problemas de salud.
   "Hemos observado que las células de grasa necesitan dormir para funcionar correctamente", señala el coautor del estudio, Matthew Brady, de la Universidad de Chicago.
   Según explica el investigador, "el tejido adiposo almacena y libera energía; en el modo de almacenamiento, las células grasas eliminan ácidos grasos y lípidos de la circulación, donde pueden dañar otros tejidos. Cuando las células grasas no pueden responder de manera efectiva a la insulina, estos lípidos se quedan en la sangre, dando lugar a complicaciones graves".
   La coautora Esra Tasali realizó un estudio con seis hombres y una mujer, todos jóvenes, delgados y saludables. Cada voluntario pasó por dos condiciones de estudio en cuatro semanas. En uno, cada persona pasó 8,5 horas por noche en la cama, durante cuatro noches consecutivas. En el otro, durmieron 4,5 horas durante cuatro noches.
   La mañana después de la cuarta noche, tras haber pasado por las dos condiciones de sueño, los voluntarios fueron sometidos a una prueba de tolerancia a la glucosa intravenosa. Los investigadores realizaron entonces una biopsia, obteniendo células de grasa abdominal de cada voluntario, y midieron cómo respondían estas células de grasa a la insulina.
   Los investigadores evaluaron la sensibilidad a la insulina a nivel molecular mediante la medición de la fosforilación de una proteína llamada Akt, en las células de grasa. Después de cuatro noches de sueño deficiente, la respuesta de insulina en todo el cuerpo disminuyó en un promedio del 16 por ciento, y la sensibilidad a la insulina de las células de grasa disminuyó en un 30 por ciento.
   "Algunas personas dicen que pueden tolerar los efectos cognitivos de la privación del sueño", señala la coautora Eve Van Cauter, de la Universidad de Chicago, "sin embargo, nuestro muestra que la privación de sueño produce un cambio significativo en la sensibilidad a la insulina, por lo que el cuerpo no tolera las consecuencias metabólicas".

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