Si un componente fundamental de la biología humana ha sobrevivido prácticamente intacta durante los últimos 25 millones de años, se podría decir que está aquí para quedarse. Esto es lo que opina un equipo de científicos del Instituto Whitehead, cuya última investigación, que ha sido publicada en 'Nature', sobre la evolución del cromosoma Y humano, confirma que el Y -pese a los argumentos en contra de esta teoría- tiene un futuro largo y saludable por delante.
Los defensores de esta teoría, llamada teoría del cromosoma 'podrido', han estado prediciendo la eventual extinción del cromosoma Y, desde que se descubrió por primera vez que había perdido cientos de genes en los últimos 300 millones de años. Estos teóricos han asumido que esta tendencia está en curso, concluyendo que, inevitablemente, Y perderá un día todo su contenido genético.
Durante la última década, el director del Instituto Whitehead, David Page y sus colaboradores, han estado produciendo constantemente investigaciones que deberían haber desacreditado permanentemente la teoría del cromosoma Y 'podrido', pero ha sido en vano. "Durante los últimos 10 años, la creencia dominante es que Y está desapareciendo", afirma Page, " la teoría se difundió rápidamente, y se ha mantenido". Para Page, esta última investigación representa un jaque mate en la partida de ajedrez en contra de los defensores del cromosoma "podrido".
Los miembros de su laboratorio se han ocupado de dar este golpe mortal con la secuenciación del cromosoma Y del macaco Rhesus -un antiguo mono, cuyo camino evolutivo se separó del de los de los seres humanos hace unos 25 millones de años- y comparándola con las secuencias de los cromosomas Y de humanos y chimpancés . Esta comparación, revela una estabilidad genética notable del cromosoma Y en el mono Rhesus y en humanos, en los años transcurridos desde su separación evolutiva.
Entender el impacto de este hallazgo requiere un poco de contexto histórico. Antes de convertirse en cromosomas sexuales especializados, el X y el Y fueron una vez una pareja común e idéntica de autosomas, como los otros 22 pares de cromosomas humanos.
Para mantener la diversidad genética y eliminar las mutaciones potencialmente dañinas, los pares de autosomas intercambian genes entre sí en un proceso conocido como 'cruce'. Hace alrededor de 300 millones de años, un segmento de X dejó se cruzó con Y, causando un decaimiento genético rápido en Y.
Durante los siguientes cientos de millones de años, los estratos de X dejaron de cruzarse con Y. La pérdida de genes resultante en Y fue tan amplia que, hoy en día, el Y humano sólo conserva 19 de los más de 600 genes que alguna vez compartió con su socio autosómico ancestral.
"El cromosoma Y perdió genes a un ritmo increíblemente rápido", afirma Page, "pero luego se estabilizó, y se ha mantenido muy bien desde entonces". En el nuevo estudio, la secuencia del cromosoma Y del mono Rhesus -que se completó con la ayuda de científicos de centros de secuenciación de la Universidad de Washington, y el Colegio Baylor de Medicina- muestra que el cromosoma no ha perdido un solo gen ancestral en los últimos 25 millones de años.
En comparación, el Y humano ha perdido un solo gen ancestral en ese período, y esta pérdida se produjo en un segmento que comprende sólo el 3% de todo el cromosoma. El nuevo hallazgo ha permitido a los investigadores describir la evolución de Y como una evolución marcada por períodos de desintegración rápida, seguida por un período de conservación estricta.
Según Jennifer Hughes -cuyo anterior trabajo comparando las secuencias de humanos y chimpancés, reveló un cromosoma Y humano estable durante, al menos, seis millones de años- "esta investigación destruye la idea de que el cromosoma Y está desapareciendo".
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