La enfermedad hepática tóxica o hepatotoxicidad es una reacción
adversa de los medicamentos y, aunque poco común, los expertos la temen
porque entre sus consecuencias graves se encuentra la insuficiencia
hepática. De hecho, se estima que el potencial hepatotóxico de los
fármacos es el responsable de por lo menos el 20 por ciento del total de
los afectados por insuficiencia hepática.
Esta cifra, han explicado expertos que han participado en la nueva
edición de la Semana de Enfermedades Digestivas (SED 2102), se podría
ver incrementada si se incluye una parte del 30 por ciento de estos
eventos adversos cuya causa no ha podido ser detectada.
El principal problema, ha explicado el director Unidad de Gestión
Clínica de Digestivo del Hospital Universitario Virgen de la Victoria
(Málaga), el doctor Raúl Andrade, "es que no existe un método
diagnóstico certero para saber si un paciente tiene hepatitis tóxica,
por lo que llegamos a esta conclusión al descartar otras posibilidades".
Los medicamentos con mayor toxicidad hepática no se limita a un
grupo determinado de medicamentos o al mecanismo de acción por el que
estos son eficaces, sino que puede ocurrir con cualquier medicamento.
Tiene que ver probablemente con peculiaridades de la estructura química
que pueden compartir medicamentos de distintos grupos terapéuticos.
No obstante, "el grupo de los antibióticos es el que con mayor
frecuencia provoca casos de toxicidad hepática, hecho probablemente
asociado a su amplio uso, ya que el riesgo de toxicidad por el
antibiótico más frecuentemente implicado en casos de toxicidad hepática
es de aproximadamente 1 de cada 50.000 sujetos tratados".
Durante el encuentro, organizado por la Sociedad Española de
Patología Digestiva (SEPD), hepatólogos y gastroenterólogos debatieron,
durante el Curso de Postgrado SEPD/AGA (American Gastroenterological
Association), Andrade ha explicado que actualmente se ha puesto en
marcha un proyecto europeo en el que está participando, con el que se
pretende lograr el objetivo de detectar precozmente una toxicidad
hepática mediante análisis de sangre.
"Es esperable que en un plazo breve se puedan validar
biomarcadores específicos para hepatotoxicidad en una amplia población
de pacientes, lo que nos ayudará a los especialistas a tomar la decisión
de la interrupción o continuación del tratamiento que está siguiendo al
paciente", ha añadido.
El objetivo es la identificación precoz de la hepatitis tóxica por
medicamentos ya que, entiende, "será vital para reducir la lesión
hepática y evitar futuras complicaciones". La medida más inmediata y
eficaz tras su diagnóstico, es la retirada del fármaco sospechoso al
paciente. En su gran mayoría las hepatopatías inducidas por medicamentos
evolucionan favorablemente una vez suspendida la administración del
fármaco responsable.
La toxicidad hepática ocurre por variaciones genéticas que se
están empezando a identificar, que interaccionan con factores
ambientales hoy no bien conocidos (dietéticos, hormonales, enfermedades
del paciente, etc.).
Para este experto, este es precisamente el gran desafío de la
investigación en el campo de la toxicidad hepática farmacológica.
"Lograr identificar qué perfil de riesgo (genético y ambiental) en un
individuo determinado posee un mayor riesgo de desarrollar toxicidad con
un fármaco, para evitar a estas personas este tratamiento que, en
cambio, puede ser beneficioso e inocuo para otros muchos individuos",
concluye.
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