Un estudio sugiere que una lesión de cabeza grave en el pasado y la
manipulación de pesticidas es una combinación que estaría asociada con
un riesgo muy alto de desarrollar la enfermedad de Parkinson.
Los resultados no prueban que haber quedado inconsciente o estar
expuesto a ciertas sustancias químicas cause Parkinson, un trastorno
crónico del movimiento y la coordinación.
Pero coinciden con estudios previos que habían asociado el
traumatismo craneal y ciertas toxinas, junto con un antecedente familiar
y otras exposiciones ambientales, a padecer la enfermedad.
"Estamos empezando a descubrir que no existe un único disparador
del Parkinson", dijo el doctor James Bower, neurólogo de la Clínica Mayo
de Rochester, Minnesota, y que no participó del nuevo estudio.
"Existirían múltiples vías de aparición del Parkinson".
Así, el experto puso como ejemplo que algunas personas
genéticamente predispuestas necesitarían una única "agresión ambiental",
como un golpe en la cabeza, para desarrollar Parkinson. Otras que no
sean naturalmente susceptibles al trastorno, podrían desarrollarlo sólo
después de varias agresiones.
El traumatismo craneoencefálico y el contacto con pesticidas "no
estarían directamente asociados y serían dos factores de tensión
independientes", explicó por correo electrónico el neurólogo David
Sulzer, de la Universidad de Columbia y que no participó del estudio.
La Fundación Nacional del Parkinson estima que cada año se les
diagnostica Parkinson en Estados Unidos a entre 50.000 y 60.000 adultos
mayores.
El equipo de Pei-Chen Lee, de la Universidad de California, en
Los Ángeles, comparó a 357 personas con Parkinson recién diagnosticado
con una muestra representativa de 754 personas sin el síndrome como
grupo control. Todos vivían en la zona central de California, que es una
región agrícola.
A todos se les preguntó si alguna vez habían sufrido un
traumatismo de cabeza con pérdida de consciencia durante por lo menos
cinco minutos. El equipo utilizó sus lugares de trabajo y residencia
para determinar su proximidad a las fumigaciones con pesticidas desde
1974.
En el grupo con Parkinson, casi el 12 por ciento había sufrido un
golpe fuerte en la cabeza y el 47 por ciento había estado expuesto al
herbicida paraquat cerca del hogar y el lugar de trabajo. En el grupo de
control, en tanto, casi el 7 por ciento había tenido un traumatismo de
cráneo y el 39 por ciento había estado expuesto a pesticidas.
Los traumatismos de cráneo y la exposición a las fumigaciones con
pesticidas estuvieron asociados individualmente con un aumento moderado
del riesgo de desarrollar Parkinson. Al combinarlos, el riesgo se
triplicó, según publican los autores en Neurology. Y eso ocurrió tras
considerar el riesgo de inicio de los participantes, según la edad, el
género, la etnia, la educación, el tabaquismo y los antecedentes
familiares de Parkinson.
El equipo no pudo determinar qué apareció primero en los participantes con un traumatismo de cráneo y exposición al paraquat.
"Existen muchas hipótesis", dijo Bower. Pero el estudio "es una
prueba más de que una lesión cerebral traumática grave puede causar
futuros problemas que suelen ser neurodegenerativos (...) Tenemos que
mejorar cada vez más la prevención de esas lesiones".
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