martes, 8 de febrero de 2011

Una enzima podría ser útil en la reparación de los daños producidos por accidente cerebrovascular

Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela ha concluido que la administración de la enzima de origen natural llamada transaminasa glutamato-oxalacetato (GOT, por sus siglas en inglés) podría combatir los daños producidos por un accidente cerebrovascular.
   Según explican, estos daños son causados por el exceso de producción de una sustancia en el cerebro llamada glutamato, cuyos niveles, después de una lesión cerebrovascular, inundan el líquido cerebral lo que sobre-excita las células que encuentra a su paso y las mata.
   "Hasta el momento, la prevención de este daño había sido imposible, puesto que la mayoría de los fármacos desarrollados para ello no lograban atravesar la barrera sangre-cerebro, por lo que no funcionaban según lo previsto", cuentan los expertos.
    Ahora, con este nuevo sistema sugieren que, tras un trauma de estas características, se podría limpiar la sangre de glutamato y lograr una reducción significativa de sus niveles.  
    De momento, han demostrado que la enzima inyectada en ratas con lesiones cerebrales similares a apoplejía reduce los niveles de glutamato, tanto en la sangre como en la región del cerebro afectada, mientras que reduce sustancialmente tanto la muerte celular y la inflamación que puede acompañar a un accidente cerebrovascular.
   Las conclusiones generales que los expertos extraen de estos estudios sugieren que la administración de esta enzima podría mejorar las posibilidades de recuperación de este tipo de pacientes e incluso acelerar el proceso.
   Además de los accidente cerebrovascular y traumatismos en la cabeza, toda una serie de enfermedades se caracterizan por una acumulación de glutamato en el cerebro, incluyendo el Alzheimer, el Parkinson, la esclerosis múltiple, la epilepsia, el glaucoma, ciertos tumores cerebrales y la esclerosis lateral amiotrófica.
   Estas investigaciones se basan en las teorías iniciadas en 2003 por el profesor del departamento de Neurobiología del Instituto Weizmann de Israel, Vivian Teichberg, que ideó un sistema que transporta esta sustancia del cerebro a la sangre con pequeñas bombas en los capilares, evitando su concentración.

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